Talla del Misterio del Bautismo del Salvador obra del hispalense Dubé de Luque saliendo de la Iglesia Parroquial de San Pedro en Cuenca, acompañada de la Venerable Hermandad del Bautismo de Ntro. Señor Jesucristo, para unirse a la ‘procesión del Perdón’ del Martes Santo en la ciudad castellanomanchega

Así murió Jesús, según explica la ciencia

Más allá de las narrativas religiosas, la ciencia ofrece una perspectiva única sobre los detalles médicos y físicos de la crucifixión

La crucifixión de Jesús de Nazaret es un evento que ha fascinado e intrigado a generaciones durante siglos. Más allá de las narrativas religiosas, la ciencia ofrece una perspectiva única sobre los detalles médicos y físicos de esta forma de ejecución, arrojando luz sobre los horrores que enfrentó Jesús en sus últimas horas.

En la antigua Roma, la crucifixión era una práctica brutal reservada para los criminales más despreciados, incluidos los esclavos rebeldes y los disidentes políticos. Los condenados eran clavados o atados a una cruz y dejados allí para morir lentamente en una agonía prolongada. El historiador Gerardo Ferrara de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma, señala que este castigo, aunque cruel, no era raro en la época, formando parte de una rutina dentro del Imperio romano.

Investigaciones médicas modernas, como las realizadas por el Dr. Frederick Zugibe de la Universidad de Columbia, han proporcionado una visión detallada de los efectos físicos de la crucifixión en el cuerpo humano. Zugibe llevó a cabo experimentos con voluntarios para simular las condiciones de una crucifixión, encontrando que los condenados experimentaban calambres, dolor extremo y dificultad para respirar, entre otros síntomas. Señala que la muerte en la cruz era una forma de absurda violencia física, donde la víctima sufría un dolor insoportable durante horas o incluso días.

La causa exacta de la muerte de Jesús ha sido objeto de debate a lo largo de los siglos. Zugibe argumenta que Jesús probablemente murió de un shock hemorrágico debido a la pérdida masiva de sangre después de la flagelación y la crucifixión. Otros expertos, como el historiador André Leonardo Chevitarese de la Universidad Federal de Río de Janeiro, sugieren que Jesús pudo haber muerto de un infarto de miocardio debido al estrés extremo y al esfuerzo físico.

El relato bíblico tradicional habla de un entierro digno de Jesús después de su crucifixión, pero Chevitarese cuestiona esta narrativa, argumentando que los crucificados generalmente no eran enterrados y sus cuerpos eran dejados en la cruz para ser devorados por aves y animales carroñeros.

En resumen, la ciencia ofrece una visión más detallada y objetiva de la crucifixión de Jesús, destacando los aspectos médicos y físicos de su sufrimiento y muerte. Más allá de las interpretaciones religiosas, estos hallazgos nos invitan a reflexionar sobre la brutalidad de este método de ejecución y la valentía de aquellos que lo enfrentaron. La crucifixión de Jesús sigue siendo un recordatorio poderoso de los extremos a los que puede llegar la crueldad humana y la fuerza del espíritu humano en medio del sufrimiento.