Libro titulado "(Des)Hacer las Américas" de Belén Montalvo, con una bandera de Estados Unidos en la portada, ubicado en una biblioteca.

Estados Unidos, un país al que es mejor no emigrar según Belén Montalvo

En “(Des)hacer las Américas”) relata las infinitas dificultades de una profesional española que se afincó allí

“Aunque Estados Unidos se jacta de ser tierra de emigrantes, no te reciben con los brazos abiertos” afirma belén Montalvo, una profesional española que decidió aceptar un puesto de trabajo en ese país y tropezó tanto con las infinitas dificultades que se imponen a todo extranjero que pretenda afincarse allí, como con un sistema económico y social completamente distinto al de España y, en general de Europa. “Decidí que no solo contaría cómo era mi vida en Estados Unidos, sino CÓMO ERA LA VIDA en Estados Unidos, harta de oír cómo otros perfiles mostraban solo lo maravilloso. Yo me propuse mostrar toda la realidad” y así lo ha hecho en “(Des)hacer las Américas. Una crónica real desde Estados Unidos” (Geoplaneta), una contraguía para hacer desistir a cualquiera de su propósito de emigrar a ese país. Porque “venir de turista unos días, o incluso vivir con estadounidenses un par de meses seguidos o un curso escolar no es vivir permanentemente aquí”.

Montalvo se encontró con la necesidad de asumir costumbres para ella desconocidas, pero absolutamente imprescindibles. Así la necesidad de disponer de un “historial de crédito” , “sistema tremendamente opaco que potencia el puto consumismo y perjudica a los grupos minoritarios” y “te obliga a gastar por encima de tus posibilidades para poder pedir financiación alguna vez”; pasar por la humillación del “cuartico” si al entrar en el país resultas ligeramente sospechoso al agente de fronteras porque “luchar con Inmigración es una de las barreras más ásperas a la hora de establecerse en Estados Unidos”; conseguir la ansiada “green card” que estabiliza tu residencia, algo que a Montalvo, pese a haberse casado con un norteamericano, le costó ¡cinco años!; constatar que la policía no está para ayudar al ciudadano y para la que el uso de ”la brutalidad no es nada nuevo”… sobre todo si eres negro; y aceptar la realidad inmanente del racismo, un -tema “del que la gente prefiere no hablar” pero que está muy presente (y que mantuvo hasta 1967 la ilegalidad del matrimonio interracial) El racismo -dice- “es un árbol enorme con unas profundísimas que llega a todos los rincones del país y que da sombra a todo el territorio nacional gracias a sus mil ramificaciones de odio, xenofobia, desigualdad y prejuicios”, algo que ella misma vivió pues, habida cuenta de su procedencia hispana en estados Unidos dejó de ser “blanca” para ser considerada “marrón”.

Súmese la inexistencia de una sanidad pública que aboca a este país “al borde de la pobreza” porque en Estados Unidos “el Estado no es tu padre, es tu jefe” y añade: “la sanidad es una verdadera estafa” y “la mayor decepción que me he llevado en el país de las oportunidades, con diferencia” por cuanto “el problema del sistema sanitario no es solo que es caro, es que es una pesadilla”. Todo ello unido a problemas no “menores”; la extraña forma de la actividad inmobiliaria con el funcionamiento de los programas de venta de casas; la omnipresencia de la religión: “es imposible no encontrar a Dios en Estados Unidos, quieras o no quieras, todas con la religión  en todas partes” incluso en la publicidad de las carreteras, lo que le lleva a considerar “hay una verdadera aversión hacia el ateísmo”; la inestabilidad laboral y la necesidad de recurrir al pluriempleo para poder vivir dignamente o la obesidad, que afecta al 80 % de la población (y el 10 % tiene obesidad mórbida), lo que limita la supervivencia media a 73 años en los hombres y 78 en las mujeres. Más o menos, diez años menos que en España. Dicho todo lo cual y pese a nuestros infinitos y lamentables defectos, tras la lectura de este libro cabría exclamar sin demasiados reparos aquello de que “cómo en España, ni hablar”.