Familiares y amigos asisten al entierro de Mani y Ayelet Godard, quienes fueron asesinados en su hogar en el kibutz israelí de Be'eri durante los ataques del 7 de octubre por parte del grupo militante islamista Hamas

Se cumplen seis meses del inicio de la guerra entre Israel y Hamás

El 7 de octubre de 2023, miles de miembros del grupo terrorista irrumpieron en el país vecino, asesinando o torturando a miles de civiles. Esto comportó la respuesta del Ejército israelí, que dura hasta el día de hoy

El 7 de octubre de 2023, el mundo amaneció con una nueva catástrofe copando las portadas y los matinales. Absolutamente todas las muertes tienen el mismo doloroso valor, pero todo lo que viene de Oriente Medio tiene, para bien o para mal, un mayor altavoz. No hubo tiempo a que sonaran los despertadores de los israelíes, pues ya se despertaron con el habitual sonido de las alarmas antimisiles. Se despertaron conociendo que tres mil terroristas habían burlado todo sistema de seguridad de su país, saqueando, torturando, secuestrando y matando a todo aquel que se le presentara delante.

No se tardó en bautizar lo que pasó aquel día como el 11-S de Israel. En pocas palabras, desde el final del Holocausto nazi, nunca habían sido asesinados tantos judíos en un solo día. Aunque no fue un solo día. El caos de unos y la organización de otros fue tal, que pasaban las horas y la amenaza seguía latente. Los terroristas estaban infiltrados por todo el país, y la gente aguardaba encerrada en sus casas. Hubo quienes pasaron más de ocho horas escondidos para intentar sobrevivir, sin hacer ruido.

Ese 7 de octubre, Hamás entró a Israel a las 6 de la mañana. Donde más atacó fue en el cordón fronterizo de Israel con la Franja de Gaza. Famoso es el caso del Festival Nova. Terroristas secuestraron y asesinaron a sangre fría a jóvenes de distintas nacionalidades que simplemente querían pasar una noche festiva, sin lastimar a nadie. Terroristas secuestraron y asesinaron a familias enteras de los llamados kibbutzim. No sabían que muchas de esas personas, a diferencia de muchos colonos que habitan al lado de Cisjordania o dentro, son gente de bien, solidaria con los gazatíes que, hasta el 7 de octubre, podían y querían ir a trabajar a Israel. O tal vez sí que sabían eso los terroristas, cuyo bastión político gobierna la Franja de Gaza de forma autoritaria desde 2006.

No tardaron en aparecer fotos terribles, de mujeres ensangrentadas. Unos documentos que evidenciaron el dolor que pasaron, la violencia en muchos casos sexual ejercida sobre ellas. Muchas de ellas hasta el día de hoy no se han pronunciado, para mantener su anonimato y su bienestar. Otras lo han hecho, y no han sido creídas por una sociedad en las últimas. Hay historias que ocurrieron y que incluso en forma de texto quedarían demasiado explícitas.

Seis meses después, la sociedad civil israelí inocente aún no ha podido curar las heridas que causaron las más de 1.500 muertes, los más de 14.000 heridos, los más de 200.000 evacuados como consecuencia de la lluvia de misiles en el sur y en el norte (por parte de Hamás y Hezbollah), y los más de 200 secuestrados. Tras unos breves periodos de alto al fuego, siguen habiendo más de 100 secuestrados en la Franja de Gaza. En la mayoria de casos, sus familiares, que les echan de menos, ni siquiera saben si están vivos. Lo que sí saben es que, en caso de estarlo, están en unas condiciones que ningún civil merece.

Nadie merece sufrir por culpa de sus líderes. Ni los israelíes, ni los gazatíes. Porque la Franja de Gaza lleva sumida en el dolor muchas décadas. Ha tenido que suceder el 7 de octubre, el 11-S israelí, para que España y otros muchos países reaviven su deseo por reconocer un Estado palestino. 

Desde la declaración de independencia del Estado de Israel, en 1948, Gaza ha salido perdiendo. Salió perdiendo por la nakba, que fue el desplazamiento forzoso de al menos 700.000 palestinos árabes, que recibieron la condición de refugiados. Salió perdiendo Gaza y los habitantes que se quedaron allí cuando, tras la guerra que países árabes declararon en 1948 a Israel. Israel se quedó tierras que no le pertenecían, mientras que Egipto se quedó con Gaza.

A partir de este punto, se produjeron diversas guerras, con las Intifadas (movimientos de resistencia palestina) incluídas, que fueron cambiando el mapa considerablemente. Hasta principios de siglo XXI, Israel tuvo el mando de Gaza, controlándola militarmente. Sin embargo, retiró sus tropas en 2005. Y allí empezó un caos total que hoy ha llegado a cotas dolorosas. Hamás, un grupo incentivado a finales de siglo XX por Israel para competir por el poder con Yassir Arafat, obtuvo más y más poder, hasta ganar las elecciones de la Franja en 2006. Esas fueron las últimas.

Desde entonces, Gaza ha vivido sumida bajo la dictadura de Hamás y bajo el bloqueo de Israel. Los gazatíes se han beneficiado de tener un país como Israel como vecino, ya que muchos de ellos han salido ganando en el aspecto laboral. Pero no en el humano. Durante muchas épocas, los gazatíes han malvivido. Y sobre todo ahora.

Días después del 7 de octubre, el Ejército israelí entró a Gaza con el objetivo de acabar con Hamás, en lo que muchos tildaron de venganza. Además, Israel cortó el suministro de electricidad en la Franja durante días. En definitiva, cerró su acceso, y pasaron demasiados días hasta que llegaron cargamentos de ayuda humanitaria. Cabe recalcar que la Franja de Gaza tiene frontera también con Egipto, por el paso de Rafah, y que a día de hoy también está bloqueado.

El 7 de octubre es tan vergonzoso para el ser humano como lo que vino después. Y lo que sigue viniendo. Hoy, seis meses después de la barbarie en Israel, continúa la barbarie en Gaza.