Varias personas durante una concentración frente al Ministerio del Interior, a 12 de febrero de 2024

La muerte de dos guardias civiles, y la indignidad de algunos políticos

En estos días, llenos de zozobra política, se ha producido el asesinato de dos guardias civiles en Barbate cuando intentaban cumplir con su trabajo

En demasiadas ocasiones los que tienen responsabilidades en cualquiera de los gobiernos: estatal, autonómico, municipal o supramunicipal generan dudas sobre si en algunas decisiones que toman son para el beneficio colectivo, o por el personal o de partido. Se supone que la ética en su comportamiento ocupando un cargo público no le llevará a tomar decisiones que no sean para las que han sido elegidos. La realidad nos demuestra que en demasiadas ocasiones no es así. "El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente", decía el historiador británico Lord Acton.

En estos días, llenos de zozobra política, se ha producido el asesinato de dos guardias civiles en Barbate cuando intentaban cumplir con su trabajo. Fueron embestidos por una narcolancha que, tras tirarlos al agua, les pasó por encima varias veces, con el resultado de dos de ellos muertos y varios heridos. Una situación que viene a mostrar una vez más la impunidad con la que actúan estos delincuentes y asesinos de vidas de miles y miles de personas adictos a las drogas. La falta de medios de los cuerpos de seguridad del Estado es evidente, llevan años denunciándolo sin que de momento se haya resuelto el problema. 

Ahora, con las dos muertes, sin que nadie políticamente se responsabilice, igual se pone algún tipo de parche. Los parches son las grandes medidas que se suelen tomar cuando no se hace lo que hay que hacer. Este grave suceso con dos personas muertas ha conmocionado a buena parte de la sociedad, esa que tiene conciencia de lo sucedido. Muchos han sido los gestos de solidaridad con ellos y sus familias, como los minutos de silencio.

En Catalunya, los que gobiernan y se dicen representantes de la ciudadanía - ¿del pueblo? -, la solidaridad ha ido por otros derroteros. Uno de los guardias civiles asesinados había nacido en Catalunya - sus padres, como otros muchos, se habían venido a vivir a Catalunya, y aquí nació él-. Sin embargo, el gobierno de Catalunya se ha olvidado de tener un gesto humanitario, ni siquiera lo ha mencionado, y por supuesto no le ha dado el pésame a su familia.  En cambio, el ayuntamiento de Barcelona, con su alcalde a la cabeza, salieron a la Plaza de Sant Jaume y guardaron unos minutos de silencio. Todo un gesto que le honra.

Mientras eso ocurría, el Parlament de Catalunya se ha negado a hacer lo propio, lo que en muchas ocasiones ha realizado con otras personas. Claro que, tratándose de un miembro de las fuerzas de seguridad del Estado, sus señorías de ERC, Junts, los Comunes de Colau y hasta el PSC de Illa se han negado. La indignidad llega hasta esos extremos. ¿Solo tienen en cuenta los réditos políticos? ¿De verdad?  Esos políticos, muchos de ellos de misa de domingo, practicantes, ¿dónde aplican la caridad humana? Alguien ha escrito alguna vez que “la integridad es elegir la honestidad sobre la conveniencia personal.”

Lo que han demostrado estos políticos con “poder” es que no gobiernan para todos, sino para todos los suyos nada más. Y que la calidad humana deja mucho que desear, lo mismo que la responsabilidad de que todos los ciudadanos merecen el mismo trato, la misma atención y la solidaridad. No hacerlo es volver a ahondar en la discriminación de que hay catalanes de distinta categoría. Los cuerpos de seguridad no son lo que eran, son otras generaciones. Forman parte de la sociedad a la que defienden.

Demasiadas castas, excesivo odio, en una sociedad adormecida. Escribió la filósofa Adela Cortina, no hace demasiado tiempo que “la ética cívica de una sociedad pluralista y democrática es una ética de la corresponsabilidad entre instituciones y ciudadanos por las personas concretas, por los pronombres personales que constituyen los nudos de cualquier diálogo sobre lo justo. Los discursos del odio debilitan la convivencia, quiebran la intersubjetividad y cortan los vínculos interpersonales. Cuando en realidad la calidad de una sociedad democrática se mide por el nivel alcanzado en el reconocimiento y el respeto mutuo de la dignidad, no calculando hasta dónde se puede llegar dañando a otro sin incurrir en delito punible”.  Creo que está muy claro lo que quiere expresar Cortina. ¿Lo entenderán los partidos que han decidido que un guardia civil catalán - ¿de tercera categoría?- no es digno de que sus señorías le guarden un minuto de silencio? ¿Ellos sí son dignos? No pongo en duda.