Incendio en el Congreso de los Diputados

En la política hay demasiados pirómanos y pocos bomberos

La ciudadanía tiene la sensación que se está viviendo en una tensión permanente, que genera acritud oral, postureo, que perturba la convivencia dentro y fuera de la llamada clase política

Hace ya demasiado tiempo que en España la crispación se ha instalado en la política, lo que tensiona la convivencia, dentro y fuera de ella. Esa traspasa los muros y llega hasta al resto de la sociedad. Nos hemos acostumbrado a los gritos, insultos, descalificaciones que cada día nos muestran las televisiones, las voces en la radio y las frases en los medios escritos. Es algo cotidiano, que a muchas personas las lleva a verbalizar: ‘Ya están ahí los políticos peleándose’. Harían mejor en arreglar los problemas del país, concluyen. No es para menos.

Las intervenciones en la tribuna del Congreso, o en cualquier parlamento autonómico, nos muestran imágenes en las que se insultan. No es muy didáctico contemplar esas imágenes. El hemiciclo en demasiadas ocasiones se convierte en un gallinero. Es aceptable que haya pasión en las intervenciones de sus señorías, ahora bien, una cosa es eso y otra bien distinta es la falta de respeto, los insultos y la crispación permanente. Se han instalado en muchas de sus intervenciones, no en defender sus ideas con argumentos, sino que se ha llegado al “y tú más”, cuando se habla de corrupción, que no se justifica de ninguna manera. Es la forma de involucrar al contrario. ‘Y tú más’ no es una frase digna de los representantes del pueblo. No es ni siquiera una buena frase, es la excusa de los que no saben argumentar o quieren  desviar la atención hacia sus contrarios.

La ciudadanía tiene la sensación que se está viviendo en una tensión permanente, que genera acritud oral, postureo, que perturba la convivencia dentro y fuera de la llamada clase política. ¿Alguien ha planteado de verdad la necesidad de una reflexión colectiva dejando de lado las diferentes ideologías? Es más necesario que nunca.

Ahora que se está de lleno en tres procesos electorales en País Vasco, Catalunya y europeas, podrían aprovechar la ocasión y cambiar la actitud y los discursos. De lo que se debería hablar en las campañas es de explicar bien - y cumplirlo- el programa electoral, las propuestas que ofrecen para ser votados. Exponer lo que del anterior programa no se ha cumplido y de paso, en aras de la transparencia pedir perdón por lo que sí han hecho sin estar en el programa y puedan sentirse engañados los que depositaron sus votos en las urnas.

El Congreso, los medios de comunicación y también las redes sociales están siendo utilizadas por los políticos para darle caña a sus contrincantes y enchufar el ventilador para ver quien le llegan más desechos. Se critican desde la oposición a los que gobiernan, se les acusa, se les insulta. Lo que no se explica son sus propuestas para ser la alternativa al Gobierno. Es la tragedia de la política actual.

Los dos grandes partidos, PSOE y PP que en otros tiempos habían llegado a acuerdos puntuales en temas importantes para el país, han resuelto que, en lugar de seguir dialogando Y acordando, prefieren la confrontación, la descalificación, En el seno del PP, Feijóo ha incorporado a unos cuantos diputados “broncas” con poca talla. Los socialistas también tienen entre ellos Oscar Puente que lo utilizan  para calentar el ambiente. En el congreso hay demasiados pirómanos y pocos bomberos. Se necesitan personas con templanza, responsables y que den ejemplo. Decía William Shakespeare que “es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras”.