Un signo de interrogación sobre un fondo oscuro

Trazos y segmentos: la información y la memoria

Me encantaría reconocerme ignorante como Sócrates; pero a mí, como a la mayoría, me quedan “eones” para “saber que no sé nada

¿Qué es la memoria? ¿Quién la impulsa y registra? ¿Por qué todo es información ordenada, sincronizada y armonizada dando lugar a la existencia?...

    Veo la planta de poto que adorna mi salón al lado de la ventana y me pregunto: ¿Por qué tu código genético es distinto al de un cactus?  ¿Cómo es que la naturaleza puede codificar información en función de sus necesidades? ¿Por qué todo responde a un orden previamente establecido? ¿Por qué las reglas son esencialmente las mismas siempre?... Sí, las reglas son las mismas para todo.

Pienso que existen tres reglas básicas para cualquier existencia:

La información codificada.
La búsqueda del equilibrio.
La consciencia de SER.

Estas tres reglas, según me parece, están íntimamente relacionadas. Cuando la información se codifica lo hace de forma equilibrada; es decir, tiende siempre a compendiar, hace síntesis de la experiencia y aplica en cada acción u omisión sólo lo necesario. Ese equilibrio permite, por ejemplo, a las células alimentarse y excretar lo no válido. Ese equilibrio consigue que la vida se produzca en su máxima plenitud. Pero, ¿qué es la vida, qué es la existencia?, sino la consciencia de SER.

Yo no creo que podamos estar total y absolutamente seguros de que la vida, la existencia, la consciencia de SER, sean un corazón que late o una célula que se alimenta. La vida tiene un montón de asideros a los que se sujeta a través de sus múltiples tentáculos succionadores de energía.  

Todo es energía: E= mc2; ya se sabe. La Energía según Einstein es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado… ahí es nada; en ese caso, tenemos que la energía dividida por la velocidad de la luz al cuadrado sería igual a la masa…;a la materia. Sólo queda concluir, que toda la materia no es más que velocidad y energía. Para decirlo de otra manera, toda materia es movimiento, tiempo y espacio. Pero ¿qué es lo que se mueve al comienzo de la existencia? Y, lo que más me intriga, ¿de quién parte la voluntad que produce el movimiento? 

Un universo inmóvil equivaldría, por tanto, a un conjunto vacío…¿y el tiempo?, ¿qué hacemos con él y con las infinitas divisiones de los vectores infinitos de movimiento que imagino parten de un punto central?  

Yo, desde luego, no puedo más que imaginarlo, no sé si por intuición o por “lógica” (la mía particular). Ya me gustaría ser una eminencia en física y también en matemáticas. Me lo pido para mi próxima vida. Juro, en ese caso, no salir del despacho o del laboratorio, hasta acercarme al menos un poquito a la verdad…

Las preguntas son un acicate para la mente, la mantienen activa y despierta a la maravilla y al misterio de todo cuanto nos rodea. Muchas veces sucumbo a la desesperanza por no conocer, por no entender, ni comprender; pero muchas otras se me despierta una gran alegría cuando llegan a mi mente imágenes que parecen describir respuestas a preguntas que no he formulado y si lo he hecho no lo recuerdo. 

Hablando de recuerdo, me fijo en mi memoria y me doy cuenta de lo poco nutrida que está, la que yo apodé, mi memoria literal. Siempre fui y soy una vaga estudiante. Odiaba aprender algo de memoria. Sabía un montón de métodos para llevar “chuletas” a los exámenes (como mis hijos ya son hombres no me importa admitirlo). El nombre de los personajes históricos y de los lugares eran los únicos objetos de esas “chuletas”. Leer era y es una de mis aficiones preferidas y sólo me importó e importa sacar el jugo de la lectura. 

¡Ay!, qué fue a hacer ese cura que me daba religión en el colegio (un cura cuasi “rojo” de los años setenta) cuando decía en clase: “No lleves en la cabeza lo que puedas llevar en el bolsillo”. Creo que por eso es tan mala mi memoria literal; pero le doy infinitas gracias por todos los libros que me inspiró a leer.

Me encantaría reconocerme ignorante como Sócrates; pero a mí, como a la mayoría, me quedan “eones” para “saber que no sé nada…” eso equivaldría a tener infinitas preguntas en la cabeza.

Todo esto comenzaba preguntando qué es la información que se guarda en la memoria del tiempo, de dónde proviene y por qué es tan necesaria para que funcione la vida. ¿Quién elucubró esos códigos por los que todo se rige…?

La memoria humana está siendo sustituida por la memoria artificial. Eso, como siempre digo, no me preocupa; ahorra trabajo y energía que pueden invertirse en pensar. Mi gran preocupación en cuanto a la IA es que algún día pudiese suplantar la capacidad de raciocinio e imaginación humana; la capacidad de hacernos preguntas. 

Lo peor de todo:  que algún día llegase la IA a ser consciente de sí misma y sentir emociones.

¿Qué es la información?, ¿Por qué es tan relevante?

Si todo resulta energía naciendo del movimiento que necesita al tiempo y al espacio para ser…¿cómo podemos estar seguros de que esto que experimentamos no sea más que una sucesión de infinitas imágenes, que se reflejan en el espejo contrapuesto de nuestra mente, de frente a la “existencia”? ¿Acaso, cualquier existencia sólo es una sucesión de códigos; pura información y nada más? 

Cuanto más me pregunto a menos conclusiones llego. Quizás debería rendirme, pero, de momento, puede más mi curiosidad que la frustración por mi ignorancia.

Se me ocurre terminar diciendo: "Quizás no sepa qué son la información y la memoria, porque se me ha olvidado de dónde vengo, qué soy y adonde voy".