Encontrar un buen restaurante en una ciudad como Barcelona puede resultar complicado. Sin ir más lejos, la capital catalana acumula 24 locales que tienen alguna estrella Michelin, pero detrás de ellos hay una horda de restaurantes de gran calidad que merecen ser nombrados.
Uno de ellos es Baló. Situado en la calle Déu i Mata, este local está regentado por Lena Maria Grané y Ricky Smith, una pareja de cocineros que fusionan las técnicas y sabores de Barcelona y Londres, que son precisamente los orígenes de los dos chefs.
Su sueño arrancó hace dos años y medio, y su evolución ha ido marcando el camino hasta ofrecer menús de calidad con los que sorprender a los comensales. Pero la comida no es lo único que ha ido transformándose, sino que detalles como la cubertería o los platos con los que ofrecen sus degustaciones también han ido mejorando con el tiempo.
Baló no ofrece una carta abierta, sino que tiene tres menús, que van desde los 28 hasta los 90 euros, con los que abre un abanico de posibilidades por los que decantarse.
En este caso, CatalunyaPress ha podido degustar el Menú BaLó, que contaba con dos aperitivos, cuatro platos y un postre.
Por un lado, arranca con un canelón crujiente de salmón. La pasta filo recoge una crema fresca con dados de salmón, una forma inmejorable para iniciar el camino culinario. En segundo lugar, también hay un huevo de codorniz en gabardina, y adornado por una emulsión de curry que permanece en el paladar durante un buen rato.
En un restaurante no puede fallar el pan, que en este caso es de masa madre. Junto a él, ofrecen dos mantequillas: una de tomate, haciendo referencia al tradicional "pa amb tomàquet", y otra de levadura de cerveza.
Dos sabores que contrastan muy bien y que potencian la dualidad de su origen.
Una vez finalizados los dos entrantes, entramos en los platos principales. El primero son unos noodles de calamar con crumble de piel de pollo, shiso y un 'té' de pollo.
Un plato fresco en el que se puede saborear la vertiente marina con unos calamares en forma de espaguetis y el sabor del pollo gracias a esta especie de polvo.
Uno de los puntos más interesantes es este 'té' de pollo, una reducción del caldo servido en caliente en una copa de vino que intensifica el sabor y que no deja indiferente a nadie.
Seguimos con un plato de habas y jamón cubierto por un disco de gel de stilton. A esta presentación se le añade una sopa fría de guisantes ymenta.
Esta creación no tiene desperdicio, y el queso de la familia azúl soprende por su potencia de sabor. Además, la sopa de guisantes se vierte frente al comensal, por lo que aporta un 'plus' en la presentación.
Seguimos con una de las joyas de la corona: el bacalao envuelto en espinacas con una emulsión de mostaza y teja de patata.
La calidad del pescado es exquisita, y casa perfectamente con la salsa que lo acompaña, la cual lleva también huevas de mujjol. Además, la patata aporta un toque extra, más que aspecto que de gusto, aunque casa muy bien.
Para acabar, el último plato principal es un cordero relleno de albaricoque, acompañado por un yogur casero de oveja coronado por lima, y una crema de berenjena.
Además, se acompaña con un crumpet, una especie de pastelito con mermelada acompañado de cordero.
En última instancia, el menú BaLó acaba con un postre exquisito para todos aquellos amantes del chocolate: se trata de una crema de chocolate con caramelo salado.
El bombón está rodeado por una tierra de chocolate y una teja de caramelo salado que contrasta perfectamente.
Este menú tiene un coste de 60 euros (con opción de maridaje a parte por 30 euros). Más allá del excepcional sabor, la elegancia y tranquilidad del propio local invita a que cualquiera que entre, se quede con ganas de repetir y probar el resto de menús.