Manifestación del 8-M en Barcelona

El grito del 8M: esta es la situación de la mujer en España en 2024

Este viernes España celebra el Día Internacional de la Mujer, una jornada para celebrar lo conseguido y seguir reivindicando lo que falta por conquistar

Vuelve a ser 8M, el Día Internacional de la Mujer, y es el mejor día del año para parar y hacer una foto fija de la situación de la mujer en España. Algunos seres de la caverna se preguntan por qué no hay un Día Internacional del Hombre, sin pararse a pensar que la respuesta es muy sencilla: la desigualdad siempre ha sido unidireccional. Las mujeres son las que cobran salarios más bajos, obtienen trabajos más precarizados y se ocupan generalmente de los cuidados. Todo por no nacer con el sexo 'afortunado' en una sociedad patriarcal en todos sus estratos. 

"En este día de unidad y resistencia, elevamos nuestra voz contra las injusticias del sistema cis- heteropatriarcal, del capitalismo voraz y de las violencias machistas", sentencia el sindicato CGT en un comunicado. El sindicato alerta de la precarización salarial de las mujeres, especialmente en el sector de los cuidados, que exigen que se conviertan en un derecho fundamental de las personas, para así liberar a las mujeres de la carga que representa. 

Pero no son el único sector "feminizado y mal pagado". También se produce en otros como el comercio, sociosanitario, telemarketing, sector de limpieza o educación, entre otros. 

La brecha salarial entre hombres y mujeres en España sigue siendo pronunciada, pero se va corrigiendo con las nuevas generaciones, por lo que parece que la lucha feminista está dando resultados.

Según el sindicato de técnicos de Hacienda (Gestha), la brecha salarial se incrementa conforme aumenta la edad, de manera que la diferencia de los salarios entre hombres y mujeres oscila entre los 619 euros anuales en las trabajadoras menores de 18 años y los 10.442 euros anuales en las de más de 65 años.

Según el VIII Informe 'Brecha salarial, suelo pegajoso y techo de cristal' elaborado por los técnicos de Hacienda, la brecha salarial en España se observa en las franjas de edad en las que se concentra la crianza de hijos y el cuidado de mayores.

De esta manera, es mínima entre los 26 y 35 años (-13,1%), pero la tendencia de la brecha relativa se rompe entre los 36 y 45 años (-23,8%) y sigue aumentando con la edad hasta que se dispara, singularmente, a partir de los 65 años (-61,6%), confluyendo en estas edades varias circunstancias explicativas, entre ellas, haber subordinado su carrera profesional a los cuidados de hijos y mayores.

Desde Gestha, sostienen en dicho informe que el peso de los cuidados lastra la promoción profesional de las mujeres, a pesar de la mejora de su preparación y cualificación.

La brecha salarial media está en los 5.000 euros

El estudio revela que la brecha salarial es de 5.000 euros entre hombres y mujeres y que las mujeres precisarían ganar un 24,8% más para igualar al sueldo de los hombres.

Por comunidades autónomas, las brechas salariales mínimas entre los 26 y 35 años están en Canarias (-2,7%) y Baleares (-6,3%). En el lado contrario, las brechas mínimas más elevadas se encuentran en Asturias (-19,8%) y Aragón (-17,4%).

Por su parte, los mayores aumentos de la brecha salarial entre los 36 y 55 años se producen en Madrid -que también aumenta sustancialmente entre los 46 y 55 años-, Asturias y Aragón, registrando menores aumentos en Canarias, Baleares y Murcia.

Las mayores brechas salariales a partir de los 65 años se producen en Madrid (-15.491 euros), Cataluña (-14.077) y Comunidad Valenciana (-9.596); y las menores brechas están en Castilla-la Mancha (-5.425 euros), Extremadura (-6.163) y Castilla y León (-6.978).

Sesgo en la educación

La precarización laboral de las mujeres llega desde muy pronto. En la educación es cuando se empieza a deconstruir el cerebro de las mujeres para que entiendan que vivan en un mundo donde tienen menos oportunidades, y esto se acaba proyectando a la hora de formarse. 

El 69 por ciento de las mujeres graduadas universitarias o que actualmente están cursando sus estudios considera que existen sesgos de género a la hora de escoger formación universitaria, según concluye el informe 'Mujer y universidad: ¿Qué factores influyen en la elección de sus estudios?', de la Fundación CYD.

La encuesta, dirigida a 800 mujeres desde 18 a más de 64 años, pone de relieve que el 43 por ciento de ellas opina que a las mujeres se les orienta desde pequeñas hacia ámbitos de estudio relacionados con el cuidado como la educación, la salud o los servicios sociales.

En este sentido, un 15 por ciento de las entrevistadas cree que las mujeres suelen descartar en mayor medida ámbitos más tecnológicos y técnicos, y un 11 por ciento que tienden a no considerarse suficientemente preparadas, por lo que optan por otras disciplinas.

Por grupos de edad, las mujeres más jóvenes (18-24 años) son las que consideran que hay más sesgos de género (79%). En cambio, a medida que avanza la edad disminuye esa percepción y en las mayores de 64 años ese porcentaje desciende al 59 por ciento.

Además, un 27 por ciento de ellas dice haberse sentido influenciada por estos sesgos a la hora de elegir sus estudios universitarios, su profesión o ambas opciones. Por grupos de edad, las más jóvenes (18-24 años) se sienten más influenciadas (33%) que el grupo de mayor edad (19%).

Sobre el fomento de la diversidad de vocaciones desde la escuela, el 39 por ciento de las encuestadas cree que, en su época de estudiantes en el colegio, la escuela no promovía la diversidad de forma equitativa. Cuanta más edad y años transcurridos desde la etapa escolar, mayor es la percepción de la orientación profesional basada en estereotipos de género (51% para mayores de 64 años, 26% para las jóvenes de 18 a 24 años).

Muchas mujeres acaban en sectores relacionados con los cuidados

Respecto a los ámbitos de estudio con más presencia de mujeres, el estudio muestra que son educación (17%); artes, humanidades y lenguas (15%); salud y servicios sociales (14%); y negocios, administración y derecho (11%). En el lado opuesto se hallan agricultura, ganadería, silvicultura y pesca (0,4%); matemáticas y estadística (1%); arquitectura y construcción (2%); informática y tecnología (3%); e ingenierías (4%).

"Esta distribución se mantiene constante a lo largo del tiempo en los diferentes grupos de edad: no hay una variación significativa entre lo que han estudiado las mayores de 64 años y las jóvenes de entre 18 y 24 años", sostiene Ángela Mediavilla, responsable del gabinete técnico de la Fundación CYD.

En cuanto a las principales razones para la elección de los estudios, destaca la afinidad por la materia (43%), seguida por la vocación (22%) y las buenas salidas laborales (19%). Esta última motivación tiene más peso para el grupo de encuestadas de entre 35 y 49 años (27%), mientras que entre las mayores (65 y más edad) hubo un mayor porcentaje que se guio por influencias del entorno (11% frente al 8% del total).

Además, un 45 por ciento de las encuestadas afirma que el contexto social y cultural no ha influido en la elección de los estudios; un 30 por ciento se decantó por estudios que suelen ser útiles para la sociedad y un 18 por ciento por estudios que tienen prestigio y buena proyección económica; y un 3 por ciento contesta que optó por estudios con más presencia femenina, evitando carreras consideradas como más masculinas.

En caso de volver a tener que elegir sus estudios, un 61 por ciento de las encuestadas asegura que escogería los mismos estudios o similares y un 4 por ciento optaría por otra formación que no fuera universitaria.

Por segmentos de edad, el 26 por ciento de las encuestadas entre 25 y 49 años cambiaría sus estudios por otros con más y mejores salidas laborales frente al 17 por ciento del total. Es en el grupo de edad de las encuestadas de 35 a 49 años donde hay una mayoría que no optaría por los mismos estudios universitarios (51% frente al 39% del total), y son las mujeres de entre 25 y 34 años las que afirman con un mayor porcentaje (8%) que no volverían a cursar estudios universitarios (frente al 4% del total).

Respecto al origen familiar de las mujeres universitarias, la mayoría de las encuestadas (63%) afirma que sus progenitores no tienen estudios universitarios, mientras que un 37 por ciento dice que al menos uno de sus padres cursó estudios universitarios. Por grupos de edad, no es hasta el segmento de 18 a 24 años donde se invierte este escenario: el 28 por ciento tiene a ambos progenitores con estudios, el 19 por ciento a su madre y el 9 por ciento a su padre.

En los grupos de encuestadas mayores de 34 años el porcentaje de padres con estudios es mayor que el de madres, siendo esta diferencia más pronunciada en el grupo de 65 y más edad, donde el porcentaje de padres con estudios universitarios es del 19 por ciento y el de madres es únicamente del 4 por ciento.

El porcentaje de encuestadas cuyos progenitores no tienen estudios universitarios va disminuyendo conforme más jóvenes son: 44 por ciento para las de 18-24 años y 62 por ciento para las de 25-34 años, frente a más del 70 por ciento para las de 50 y más edad.

Finalmente, preguntadas sobre si consideran que su formación es acorde a su puesto de trabajo, un 40 por ciento de las mujeres cree que sí. Por otro lado, un 28 por ciento de las encuestadas actualmente no trabaja, siendo este porcentaje el mayoritario (debido al periodo de jubilación) en las de 65 y más edad, y de un 24 por ciento, en las mujeres entre 50 y 64 años.