Musical Fashion Freak Show

Jean Paul Gaultier quiebra los estereotipos binarios en el musical Fashion Freak Show

El modisto francés presenta durante tres semanas en Barcelona un musical que es expresión de su fecunda imaginación, pero que constituye además una arriesgada apuesta por la deconstrucción del binarismo de género

Aunque la vida teatral en Barcelona es pródiga en estrenos, la mayor parte de ellos interesantes, pocos de ellos dan lugar a premières de campanillas. Las primeras funciones suelen ser por lo general discretas, aunque cuenten con un público selecto propio de tales momentos. Nada que ver con lo ocurrido en la Gran Vía con ocasión del estreno de “Fashion freak show”, el espectacular musical creado y dirigido por el modisto francés Jean Paul Gaultier, que se estrenó hace cinco años en el Follies Bergère de París y que ha triunfado luego en Londres y cuya presentación en nuestra ciudad convocó no solo a muchos personajes famosos que pasaron por la alfombra roja sino, sobre todo, a un público abigarrado y variopinto que destacó por el lucimiento de vestuarios atrevidos. Excelente prolegómeno a lo que nos esperaba dentro del teatro Coliseum.

Acostumbrados a una oferta teatral rica en musicales, no teníamos muy claro qué es exactamente lo que nos iba a proponer Gaultier que, en realidad, no es un hombre de teatro, sino un creador de moda. Pues bien, lo que pudimos constatar es que la capacidad creativa del francés se había proyectado con la máxima rotundidad sobre el escenario, permitiéndole configurar un espectáculo en el que trae a colación músicas muy ligadas a sus gustos y recuerdos personales con los que arropa una sucesión de cuadros a cargo de dieciocho artistas capaces de bailar, interpretar, lucir el más llamativo y provocativo vestuario -que en este show adquiere justificado protagonismo- y ejecutar incluso algunas habilidades propias de las artes circenses, todo ello acompañado de una escenografía de gran vistosidad y de numerosos efectos audiovisuales.

Innecesario es decir que la conjunción de tales elementos suscitó el asombro del público. Pero sería una banalidad decir que “Fashion freak show” es únicamente un gran espectáculo, de los mejores que hemos visto en estos últimos años en Barcelona, porque a la chita callando -o cantando y bailando- Gaultier destila unos mensajes muy claros. De alguno de ellos se hace eco en su mensaje final, cuando habla del nacimiento de su vocación creadora a los nueve años y de la comprensión que recibió de su propia familia, así como también y sobre todo cuando recuerda que la belleza y la fealdad son conceptos subjetivos y que aquella no está ligada la riqueza, sino al buen gusto, o que la moda está hecha para que la disfrutemos y no para que nos tiranice. Pero hay mucho más en las propias imágenes del show puesto que, mediante la exhibición de un vestuario que es expresión de su infinita capacidad creadora, subyace una rotunda voluntad de demoler fronteras sexuales y de superar el imperio de la binaridad o del binarismo de género con la consiguiente imposición de roles preestablecidos, objetivo para el que la moda constituye una excelente herramienta de lucha frente un esquema no por milenario menos artificial e injusto.

“Fashion freak show” invita a disfrutar de un espectáculo a todas luces innovador, desinhibido y desbordante de sensualidad, pero también a hacerlo con la mente abierta al anuncio de una sociedad humana que Gaultier desea desprovista de prejuicios y encasillamientos.