Collage de fotografías de Myanmar

Río Ayeyarwadi, Myanmar: súbete a la barca, zarpamos

Anochece en Mandalay y las numerosas cúpulas de pagodas y monasterios, atenúan la luminosidad de sus cabezas doradas mientras los monjes rezan, una y otra vez, por la paz del mundo y por la armonía y el sosiego interior

Algunos le llaman Irawadi y otros Ayeyarwadi. Algunos llaman al país Birmania y otros Myanmar.

Algunos leerán este artículo y otros solo el titular. ¿Qué quieren que les diga?, pues que cada uno cargue con su mochuelo y si es capaz de librarse de esas nimiedades que suba conmigo a la barca, que zarpamos. En lo que a mi concierne, lo llamaré Myanmar, simplemente porque es el nombre que pusieron al país en 1989 algunos años después de ser una colonia del Imperio Británico. Y me pregunto, ¿por qué los británicos han necesitado tanta colonia?, ¿quizás no se duchaban? En cuanto al nombre del río, escuché muchas más veces a los nativos que lo llamaban Ayeyarwadi que Irawadi. Debe ser porque, como en sus orillas se toman las cosas con calma, no les va de un par de sílabas más. Por otro lado, la resonancia que tiene en los oídos es diferentes y si tenemos en cuenta el tono grave al pronunciarlo, vemos que se asemeja al que utilizan los numerosos monjes budistas en sus rezos.

En febrero de 2021, CatalunyaPress tuvo a bien publicar un artículo que escribí sobre Myanmar y el lector interesado puede acceder a él con un simple clic sobre su nombre. A aquellos que están impacientes por lanzarse al agua, les diré que lo haremos desde Mandalay, la capital del norte. No desde el puente U Bein, el puente de madera de teca más largo y antiguo del mundo, entre otras cosas porque atraviesa un tranquilo lago por el que los lugareños pasean y pescan con sus pequeñas barcas. Tampoco nos lanzaremos desde ninguna de las cúpulas doradas de los centenares de templos que se miran en las aguas del río, lo haremos desde el puerto de la ciudad de los 100.000 monjes, Mandalay. Pero hoy, no, mañana, porque todavía quedan lugares y sonrisas de las que despedirnos. Una buena opción para desplazarse es la de alquilar una moto, todo el día puede costar entre 5 y 10€  (10.000 y 20.000 kyats).

Mapa de Myanmar
Con un área total de 680,000 Km2, Myanmar es el país más grande del Sudeste asiático y el 40 más grande del mundo | José Luis Meneses

Anochece en Mandalay y las numerosas cúpulas de pagodas y monasterios, atenúan la luminosidad de sus cabezas doradas mientras los monjes rezan, una y otra vez, por la paz del mundo y por la armonía y el sosiego interior. Desde el Cerro de Mandalay ves como el Ayeyarwadi se viste con lentejuelas que proyectan luces al son de los contorneos del agua. Y uno se dice, ¿de verdad tienes prisa en llegar al destino? ¿No te parece que lo que tienes ante tus ojos es un regalo de la vida? Esto, no es el envoltorio, es el elixir que embriaga todos los sentidos y que te conduce a un paraíso personal en el que la armonía y la paz reinan por encima de todas las cosas. Luz y agua ambarina nos transportan al mar de mares; la tierra firme nos recuerda nuestra procedencia; sikharas y kalasas budistas, como los arquetipos de otras religiones, nos explican el porqué y el para qué de la vida. Insisto, ¿no te das cuenta de que lo que te está mostrando la naturaleza supera con creces la mano del hombre? Repito, ¿de verdad tienes prisa en llegar al destino?

Monte en Myanmar
Myanmar es uno de los tres únicos países del mundo que no ha adoptado el sistema métrico de medición. Los otros dos son Liberia y los Estados Unidos. La unidad local común de peso en Myanmar es el peiktha, que equivale a 3,6 libras – 1,6 Kg | José Luis Meneses

Mientras tomo la medida a estas reflexiones, “de lejos me llega una canción”, no la de Serrat, Palabras de amor, sino la de Julio “Pagodas” que me atiza con el “que no se rompa la noche, que no se rompa”. La tarareo y haciéndole caso empalmo la noche con el amanecer y lo hago en el embarcadero de Mandalay, desde donde partiré con las primeras luces del alba. No olviden que las experiencias no solo están en el destino, sino que muchas de ellas están en el camino. A veces nos centramos tanto en el adónde vamos, que nos olvidamos de saborear el coctel emocional que nos procura la ruta. Los destinos te regalan cultura y conocimientos, pero la travesía te acerca, una y otra vez, al interior de ti mismo. Si has de estar prisionero en el avión, en el tren, en el autobús o en la barca que navega sin prisas por el Ayeyarwadi, opto por hacerlo sobre las aguas, aunque solo sea por reactivar en la memoria la experiencia que tuvimos navegando nueve meses en el mar de mares, el “Amiótico”.

Un barco en Myanmar
Los templos y las pagodas encontradas a través de Myanmar fueron construidas durante los siglos XII y XIII bajo el Imperio Pagan. El Reino de Pagan fue el primer reino que unificó los territorios que actualmente constituyen Myanmar | José Luis Meneses

La ventaja de ese reencuentro con la vida intrauterina es que no te deja “colocao pa siempre” y, recuperado el “oremus”, podemos proseguir y disfrutar del viaje. En el embarcadero de Mandalay amarran embarcaciones de todo tipo que te llevarán por el Ayeyarwadi hasta la localidad de Bagan, uno de los lugares que uno no puede perderse si viaja a Myanmar, incluso más allá, a su desembocadura en el mar de Andamán en el océano Índico. El coste de viajar por el Ayeyarwadi, entre ambas ciudades, puede oscilar entre un “gracias por dejarme subir a la barca” hasta algo más de 2.000 € en un crucero de lujo que incluyen todo lo que uno puede necesitar y más. Si uno se siente más viajero solitario que turista, lo mejor es hacerse con un par de “moun”, unos bollos dulces confeccionados con harina de arroz, leche de coco, pasas…  y subirse a cualquier barcaza que navegue río abajo. 

Imágenes de Myanmar
Hoy, el 89% de la población de Myanmar es budista | José Luis Meneses

Una estrecha pasarela permite el acceso a cubierta y después de que hayan cargado el último fardo, zarpamos con las primeras luces del alba. Echados a la “mar” no tardamos en pasar bajo el puente de Yadanarbon que te lleva desde el sur de la región de Mandalay hasta Sagaing, una más de las atractivas zonas de Myanmar y que uno no puede meterse en aguas sin haberla visitado (se encuentra a 20Km de Mandalay). Decenas de monasterios no pierden de vista al Ayeyarwadi, ni tampoco la pierden los monjes a los kyats que los feligreses depositan en urnas para que sus oraciones lleguen a lo más alto. Vamos, como en occidente, porque el dinero, más que ir, vuela. Ya lo decía Julito, “vuela amigo, vuela alto”, y el dinero a los altos va, independiente de la talla moral del que esté en las alturas. Y, si no, que le pregunten a Koldo…, o, a algún otro. Porque digo yo, de haberlos, haylos.

Varias imágenes de Myanmar
Tanto los hombres como las mujeres en Myanmar utilizan una pasta amarilla de la corteza del árbol de Thanakha como cosmético. Aplicado a la cara, es un protector solar eficaz que también estiliza la piel y evita el exceso de grasa | José Luis Meneses

Dicho esto, sea de paso y sin que sirva de precedente, volvamos al río. Acunado por sus aguas uno se abandona y deja que la vista vaya recogiendo fragmentos de lo que se cuece a uno y otro lado del ancho cauce del Ayeyarwadi. Templos para dar y tomar, casi tantos, igual o más que ermitas, iglesias y catedrales de nuestro entorno. Mi ojo vago, pero no tonto, observa como a medida que nos alejamos de las ciudades, cada vez sus sikharas son más pequeñas y sus kalasas más sencillas. A los monjes solo los acompañan sus reflejos en el agua y comienzan a cobrar importancia las barcas pequeñas y la actividad de los lugareños. Me gusta, salgo del obnubilamiento, enderezo el esqueleto y me concentro en cada trozo de esos copos de humanidad caídos del cielo.

Imágenes de pequeñas embarcaciones en Myanmar
Mingalabar es un saludo de Myanmar que puede traducirse como " hola " o ¨Bienvenido¨, pero expresa mucho más que eso. Es una palabra que transmite buenas vibraciones | José Luis Meneses

No necesitas un crucero ni que te monten escenarios para acercarte a las numerosas aldeas y a la vida de los aldeanos.  No necesitas mujeres que se acerquen al barco y suban a cubierta con cestas de flores, frutas o recuerdos, ni hombres haciendo cabriolas de ningún tipo. Toda esa actividad teatral de los “aldeanos” acaba cuando baja el telón y el crucero parte para navegar a golpe de pito. Cogido del pito me siento al leer en la publicidad de estos cruceros: «A las 8:00 AM llegarán a Sagaing y tendrán interacción con monjes, novicios, monjas y niños. A las 10:00, tendrán la oportunidad de conocer el convento y hacer donaciones a las monjas residentes. A las 11:00 vuelven al barco para dirigirse a Ava; a las 13:00 aperitivo y comida en cubierta; a las 15:00 excursión al palacio Inwa. A las 17:20 …» Me pregunto, ¿cuántas veces tendrán que cambiarse de zapatos? Para un crucero por el Mediterráneo me parece correcto, “un de igual a igual”, pero, por el río Ayeyarwadi no hace falta alardear ante los modestos aldeanos. Entiendo que esta vida hay que llenarla de experiencias, pero, por favor, el bocadillo de calamares en Atocha. “Ay, quién maneja mi barca que a la deriva me lleva…”, canta Remedios Amaya.

Imágenes de Myanmar
Una comida típica en Myanmar incluye arroz al vapor, pescado, carne, verduras y sopa. Todo servido al mismo tiempo. Los lugareños utilizan las yemas de los dedos para moldear el arroz en una bola pequeña y luego mezclarlo con varios platos | José Luis Meneses

A ambos lados del cauce del Ayeyarwadi se encuentran pequeñas aldeas como Yandabo, Gint Ge, Nyaung To, Sar Kyu…, todas con un denominador común: la vida sencilla. Los días transcurren, desde que el sol sale hasta que se pone y del anochecer al alba, al aire libre, porque al aire libre trabajan hombres, mujeres y niños en los numerosos campos de arroz u otros de menor importancia como el algodón, te…; atendiendo al ganado o saliendo a pescar en sus pequeñas embarcaciones; moldeando el barro con sus manos hasta confeccionar recipientes para el agua, el arroz, el grano… Los niños, aprenden lo básico y juegan al aire libre. En sus manos no hay aparatos electrónicos que impidan la comunicación y, las relaciones personales, se forjan con los sencillos juegos que les ayudan a cultivar sus habilidades. Las noches no son oscuras, porque a través de las rendijas de techos y paredes de caña se siguen viendo las estrellas.

Imágenes de Myanmar
Las principales tarjetas de crédito no siempre se aceptan en Myanmar, y hay pocos cajeros automáticos, por lo que conviene traer dinero en mano. La moneda nacional de Myanmar es el kyat (pronunciado "chat"). 1 euro equivale a unos 1,600 Kyats | José Luis Meneses

El Ayeyarwadi es el hogar de delfines, barbos, anguilas, channas… y de todos los aldeanos que viven en sus orillas. El río es la escuela en la que se aprenden valores básicos como el respeto, la convivencia, el trabajo, el cuidado personal, el valor de la amistad. En sus aguas se encuentran todo lo que el ser humano necesita para llenar el estómago, sanear su cuerpo, refrescar la mente, tertuliar con los vecinos y aliviar de sudores y barro la ropa con la que trabajan, comen y duermen. El río les permite, además, desplazarse de una orilla a la otra para intercambiar productos y alimentos con otras aldeas, para profundizar en las relaciones entre iguales. Las pequeñas embarcaciones, a remo o impulsadas por pequeños motores con hélices acopladas, van de un lado a otro sin contaminar las aguas ni ruido que supere los decibelios del murmullo de las olas.

Niños bañándose en Myanmar
Más de la mitad del PIB de Myanmar depende de la agricultura. El arroz es el principal producto | José Luis Meneses

Distraído con todo aquello que nos ayuda a poner en valor todos aquellos ingredientes que convierten al ser humano en un plato digno de saborear, llegamos a la ciudad de Bagan, antigua capital del país declarada por la UNESCO, hace pocos años, Patrimonio de la Humanidad. Sobre una tierra árida se asientan miles de templos budistas a los que los frecuentes terremotos les recuerdan la temporalidad de la materia. Desde que Marco Polo, en sus viajes a Oriente, puso sus pies en esta deslumbrante ciudad, miles de viajeros han transitado por ella antes de partir hacia “El Otro Barrio”. Sobre ella escribiré en otro artículo, más pronto que tarde, y, espero, que el lector me perdone por aplicarle este “interrupto”.

Imágenes de Myanmar
Muchos niños pequeños usan santo hilo sagrado alrededor de su cuello o muñeca para la protección de malos espíritus o hechizos | José Luis Meneses

Queridos lectores, deseo que sus días transcurran llenos de alegrías por el cauce de esta vida. En lo que concierne a mí, dejo el Ayeyarwadi para atender otros asuntos, entre ellos, se encuentra el próximo artículo que escribiré sobre mi reciente viaje a Mindelo, en Sao Vicente, Cabo Verde. No se me vayan muy lejos ni me apliquen un “interrupto” si no viene a cuento. Como en otras ocasiones, espero que os agraden las fotografías y el vídeo que acompañan al artículo.

Río Ayeyarwadi, Myanmar