¿Quién no quiere besos? Despertarse todas las mañanas con besos, por ejemplo, como pedía El Canto del Loco, es algo muy positivo. El Día Internacional del Beso se celebra cada 13 de abril en honor al beso más largo de la historia, que tuvo lugar el 13 de abril de 2011 en Tailandia. Ese día, una pareja tailandesa formada por Ekkachai y Laksana Tiranarat rompió el récord mundial Guinness por el beso más largo, que duró un total de 46 horas, 24 minutos y 9 segundos. A partir de entonces, el 13 de abril se ha convertido en una fecha emblemática para celebrar el poder y la belleza de esta expresión de cariño en todas sus formas y manifestaciones.
Más allá de ser un gesto romántico, los besos tienen beneficios científicamente comprobados que influyen positivamente en nuestra salud física y mental, tanto al besar a una pareja en la boca como al expresar cariño a amigos, familiares o incluso a mascotas.
En primer lugar, los besos fortalecen el vínculo emocional. Besar libera oxitocina, conocida como la hormona del amor, que aumenta la sensación de bienestar y felicidad. Esto fortalece los lazos emocionales y la conexión con la persona que besamos, ya sea a la pareja, amigos o familiares. También promueve la generación de endorfinas, que actúan como analgésicos naturales y reducen el estrés y la ansiedad.
Además, besar también mejora la salud cardiovascular. Los estudios han demostrado que besar apasionadamente puede acelerar el ritmo cardíaco y dilatar los vasos sanguíneos, lo que mejora la circulación sanguínea. Esto a su vez reduce la presión arterial y puede tener beneficios para la salud del corazón a largo plazo.
A nivel del cuerpo, besar también estimula el sistema inmunológico. Intercambiar bacterias durante un beso puede sonar poco higiénico, pero en realidad puede fortalecer nuestro sistema inmunológico. Al exponerse a diferentes microorganismos de manera controlada, el cuerpo desarrolla una mejor respuesta defensiva, lo que le hace más resistentes a enfermedades.
Besar también trae beneficios a la salud mental. Primero, porque reduce el estrés. El contacto físico y emocional durante un beso tiene efectos terapéuticos. La liberación de endorfinas no solo mejora el estado de ánimo, sino que también reduce la percepción del dolor y ayuda a combatir el estrés y la depresión.
Luego, como es de esperar, besar aumenta la autoestima y la confianza. Esto se traduce en una actitud más positiva hacia la vida y las relaciones interpersonales. Pero besar no se limita solo a las relaciones románticas. Expresar cariño a amigos, familiares e incluso a nuestras mascotas mediante besos en la mejilla o la frente fortalece los lazos sociales, promueve la empatía y fomenta un ambiente de afecto y cercanía.