Benjamin Netanyahu, en archivo

La ultraderecha a nivel global: peligro ascendente para la democracia

Al parecer, estamos dejando de lado las confrontaciones focalizadas, como la "guerra" genocida del gobierno de Netanyahu

En este mundo cada vez más inentendible, complejo, desestructurado y en peligro de confrontaciones globales, las cuales responden primordialmente a los intereses geopolíticos de las grandes potencias. Al parecer, estamos dejando de lado las confrontaciones focalizadas, como la guerra ruso – ucraniana, la “guerra” genocida llevada a cabo por el gobierno ultraderechista de Netanyahu en contra del pueblo palestino en la franja de Gaza.

La argumentación del gobierno israelí es liquidar a los responsables del atentado criminal del grupo terrorista Hamas, del 7 de octubre del pasado año. Sin embargo, esta situación ha escalado de forma impredecible en el Medio Oriente, ahora por el atentado israelí en el complejo diplomático iraní en Siria. La confrontación entre Irán e Israel adquiere ribetes mucho más peligrosos para la región. Se avizora una posible guerra por la reconfiguración y hegemonía regional por parte de estas dos potencias militares.

Nada bueno para la paz de esta zona geográfica y, porque no señalarlo, para la paz en otras zonas (en Europa, por ejemplo) y, a nivel planetario. 

Una Ola antidemocrática recorre el mundo: la ola de ultraderecha

En el escenario internacional, especialmente en el europeo, latinoamericano y en los EEUU (también en el Medio Oriente como en el caso del gobierno sionista de Netanyahu, en Israel), se potencian nuevos actores políticos, a decir la denominada “nueva” derecha, personificada por la ultraderecha, o bien la extrema derecha, los regímenes autocráticos, ultraconservadores y nacionalistas. Esta nueva derecha, denominada así por algunos analistas, que, en nuestra opinión nada tiene de nueva, avanza inexorablemente en la política, primero en la contienda con la derecha liberal, tradicional, conservadora, arrebatándole la primacía representativa en lo político - electoral y, luego en el imaginario de otros sectores sociales -no necesariamente conservadores-, de capas sociales vulnerables, excluidas, desmoralizadas, social y económicamente.

Observamos, en muchos casos de estudio en las experiencias europeas que algunos partidos de la ultraderecha han avanzado peligrosamente en el terreno político electoral y también social. La ultraderecha, camina lentamente en el despoje de la representación política de la vieja derecha conservadora, y, éstas en muchas ocasiones sucumben bajo el “encanto” de la marcha ascendente de esta nueva derecha. El cordón sanitario de la derecha tradicional y de las fuerzas progresista en el viejo continente que tenía como objetivo aislar a la ultraderecha, dejo de funcionar, salvo en Alemania –por ahora-. Así vemos, que estas expresiones políticas ultraderechistas son alternativas de gobierno o participan de ellos en muchas naciones europeas como el caso de Italia, Hungría y hasta un poco tiempo atrás, en Polonia.

Tal como lo señala Cristobal Rovira Kaltwasser, en un recomendable estudio acerca de “La Ultraderecha en América Latina: Definiciones y Explicaciones” (edición FES-Chile, 2023) “…la ultraderecha por lo general es muy crítica de la derecha convencional y usualmente trata de dominarla, en algunos países de Europa Occidental se pueden observar crecientes grados de cooperación –ya sea implícita o explícita- entre ambas. Por ejemplo, en Austria, Dinamlarca, Finlandia, Holanda, Italia, Noruega y Suecia han contado o cuentan hoy con gobiernos en donde la ultraderecha participa formalmente o tolera la formación de un gobierno de minoría”.

¿Cuáles son estas propuestas de la ultraderecha a nivel global?

Sin entrar a analizar cada una de ellas del llamado ideario de la ultraderecha, según los autores del libro “La extrema derecha en América Latina”, (Le Monde Diplomatique, Diplo, Buenos Aires, 2023), éstas serían las siguientes: la exaltación de los individualismos; la reacción y negación a los avances progresistas, en materia de igualdad de género y derechos de las minorías, racismo y homofobia; una postura radical antiinmigración; el proyecto de reconstrucción del patriarcado; un anticomunismo renovado; políticas de mano dura en los temas de seguridad y delincuencia; y, la irradiación capilar del odio como estrategia de construcción política y, por consiguiente el asecho a la democracia como tal, más allá de las falencias y deterioro de ésta. Debido a sus políticas y propuestas, qué desafortunadamente se comienzan a normalizar en el espacio político de las naciones occidentales, ésta expresión de la derecha extrema se convierte en una profunda amenaza para el sistema democrático y la convivencia política de ésta.

La ultraderecha en Las Américas

Ya se ha analizado y constatado, el fenómeno de la ultraderecha, los gobiernos autocráticos, los populismos autoritarios de extrema derecha y, las dictaduras nacionalistas que son un hecho indesmentible en Las Américas. Estas fuerzas políticas están cada vez más presentes en el escenario político de las naciones de nuestro continente.

Realizando una analogía de la expresión: “cuándo teníamos las respuestas nos cambiaron las preguntas”, podríamos señalar que: “cuándo nos habíamos despedidos de dos ultraderechistas que detentaban los gobiernos, el de Trump y Bolsonaro, nos aparecieron otros”. En efecto, estos otros exponentes recientes de la ultraderecha latinoamericana, los tenemos con Nayib Bukele en El Salvador, Rodrigo Chávez, en Costa Rica, en Daniel Novoa en el Ecuador y, Javier Milei, en la Argentina. Posiblemente, en noviembre podríamos tener nuevamente a Donald Trump en la Casa Blanca de los EEUU. En otras naciones, como en Chile, la ultraderecha personificada por José Antonio Kast, fundador del Partido Republicano ha dado muestra de un sostenido crecimiento y, ha puesto a la derecha tradicional de rodillas ya en dos ocasiones, obligándolas a apoyar su liderazgo como en la segunda vuelta presidencial de diciembre 2021 y en la elección del Consejo Constitucional del 7 de mayo del pasado año.

La Ultraderecha irrumpe con fuerza en Las Américas y, asedia la democracia sin disimulo: panorama nada alentador para las democracias del continente. 

Colofón

A nivel global, en el caso europeo, una verdadera prueba de fuego del peso de la ultraderecha serán las elecciones en el Parlamento Europeo del 6-9 de junio de este año. Los resultados de éstos comicios mostraran el nuevo tablero político en la Unión Europea entre las familias tradicionales, llámese, la demócrata cristiana y derecha tradicional, la socialista y socialdemócratas, la llamada izquierda no socialdemócrata y, esta “nueva” ultraderecha y derecha extrema.

Un caldo de cultivo para este vertiginoso ascenso de la ultraderecha a escala planetaria es la crisis de los sistemas democráticos, de los partidos políticos tradicionales, de las instituciones del Estado (ejecutivo, parlamento y sistema judicial), la crisis de la seguridad ciudadana y, del crimen organizado transnacional. Se percibe que la democracia no está dando respuestas a las reivindicaciones sociales, especialmente a la enorme brecha de la desigualdad social, económica y política. La “bomba” de la riqueza que en palabras de Peter Turchin de su libro Final De Partida. Élites, Contraélites Y El Camino A La Desintegración Política, está dañando severa y peligrosamente la democracia y, por consiguiente, el sistema político democrático y, sus instituciones.

Finalmente, hay una opinión política generalizada que las respuestas de la ultraderecha a los problemas que se manifiestan en las sociedades democráticas -que son reales y necesarias de solucionar- son extremadamente insustanciales, carentes de consistencia y densidad conceptual. Sin embargo, las fuerzas progresistas, la izquierda democrática en todas sus vertientes, la socialdemocracia y la escasa derecha política democrática que aún existe debe enfrentar a este peligro de la ultraderecha de forma unida y programáticamente. Al respecto, hay una gran deuda conceptual de entender política y sociológicamente a esta fuerza política que irrumpe brutalmente en el escenario social de las naciones democráticas.