El primer secretario del PSC, Salvador Illa

Salvador Illa, el candidato socialista que nada en aguas turbulentas

¿Un salvavidas pinchado? Eso es lo que intentan que ocurra unos cuantos. ¿Es un buen nadador? Eso quiere dar a entender

Salvador Illa, el candidato del PSC a las elecciones catalanas, elegía el Museo Marítimo de Barcelona, ubicado en las Reials Drassanes de Barcelona, para pronunciar una conferencia que daba inicio a su campaña. Drassanes es todo un símbolo para la puesta en escena de su presentación social, con tinte presidencialista. ¿Tanto? 

En un lugar emblemático: representa la estructura básica de la organización naval del Estado. No solo gestionaba y administraba el aporte, la reparación y la construcción de nuevos barcos, sino que también poseía funciones complementarias que van desde lo económico a lo industrial en sus años más espléndidos. Quizás por esa simbología, el candidato Illa ha querido escenificar lo que podría ser su mandato en el hipotético caso de que sea investido presidente. La conferencia del candidato contó con la presencia de 1.200 asistentes, el 90% convencidos ya de que le van a votar: militantes, cargos públicos, políticos... Algunos de los asistentes sin vinculación quisieron ver en directo las propuestas de gobierno con las que quiere ganar Illa, que pretende escenificar el cambio en la política catalana tras el 12-M.

Salvador Illa, cuyo papel es complicado, navega en varias aguas, ninguna de ellas mansa, con un salvavidas que en cualquier momento le puede dejar al agua de las corrientes sin control. ¿Un salvavidas pinchado? Eso es lo que intentan que ocurra unos cuantos. ¿Es un buen nadador? Eso quiere dar a entender.

Con una exposición de no querer molestar a nadie, en su tono habitual, sin sobresaltos, ha ido exponiendo que quiere una nueva financiación, procurando no molestar a sus hermanos socialistas de otros territorios. Cogió la carrerilla en el sentido de pasar página de todo lo sucedido en Cataluña, como si la memoria le fallara. Es el nuevo “líder” socialista que intenta contentar a los antiguos votantes y militantes socialistas y captar votos de sectores catalanistas que se encuentran desubicados. ¿De verdad el líder socialista cree que puede aglutinar tanta mezcla ideológica? Debe ser la nueva política que no se entiende demasiado. La ideología ha muerto. Eso es lo que se viene diciendo hace ya algunos años, quizás sea verdad dado el panorama.

La apuesta por la moderación de Illa es bien vista por un sector del empresariado que lo que quiere es estabilidad política, que tanta falta hace. Mientras que el ciudadano de a pie lo que pide es algo tan sencillo como que le arreglen las cosas: sanidad, educación, servicios sociales de calidad, vivienda, estabilidad, menos elecciones y más compromisos sociales. Lo demás no le interesa.

Illa tiene problemas con su partido, el hermano PSOE, se encuentra en medio de las presiones de Junts/Puigdemont y ERC, las dos formaciones que dan soporte al gobierno de Pedro Sánchez. Puigdemont quiere ser presidente sí o sí. Los republicanos quieren seguir gobernando. Los dos le envían recados al gobierno bajo amenaza de retirarle sus votos. Con este panorama, Salvador Illa, salvo que no consiga mayoría absoluta - sería un milagro - está condenado a no gobernar pese a que pueda ganar las elecciones. 

Es lo mismo que en su día, salvando las distancias, le sucedió a Joan Raventós en las primeras elecciones catalanas. ¿Cómo piensan solucionar los socialistas catalanes? Es la gran pregunta que se hacen muchos. La respuesta es, como decía un diputado gallego: “Pasará lo que tenga que pasar. Así suceda lo que suceda, se habrá acertado”.