Mapa de Estonia

Crónicas de un viajero: Tallín, Estonia

José Luis Meneses relata su experiencia y su opinión sobre Tallin, la capital de Estonia. Se encuentra en el norte de ese espacio común que llamamos Europa

Tallin es una de las ciudades más bonitas del mundo, entre otras cosas, porque puedes visitarla y disfrutarla en cualquier estación del año. El frío en invierno es soportable y, en los meses de verano, no sobra una chaquetilla. Tallin es la capital de Estonia y se encuentra en el norte de ese espacio común que llamamos Europa y en el que tenemos la suerte de vivir. No es que lo diga yo, sino que también, lo dice la cifra de 700 millones de visitantes de todo el mundo. Como mínimo, doblamos al segundo continente, Asia, y triplicamos a los Estados Unidos. El secreto de este plato combinado que es Europa está en su historia, su cultura milenaria que, en alguna medida, se encuentra en cada uno de los países y en muchos de sus pueblos. Tallin contribuye de manera sustancial a ello. Los que hayan visitado la ciudad estarán de acuerdo conmigo y, los que todavía no lo han hecho, espero que lo estén después de ver las imágenes y el vídeo que acompañan a este nuevo artículo. Porque, no lo olviden en este 2024, la vida sigue siendo el camino, disfruten de este viaje. El próximo es sideral.

Tallin
Torres Viru, Tallin (verano). | José Luis Meneses

En el mapa inicial puede verse la ubicación de este pequeño país cuya extensión es parecida a la de la Comunidad de Aragón. A lo largo de su historia ha estado en manos de los principales países del entorno, en especial de Alemania y, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, de Rusia. En 1991, Estonia dejó de formar parte de la Unión Soviética y tres años después, los tanques rusos abandonaron el país. A día de hoy, no sé si tienen en su agenda volver. La distancia entre Tallin y San Petersburgo es de tan solo unos 350 Km y algunos viajeros aprovechan para visitar esa fabulosa ciudad rusa. Es una pena que, compartiendo tantas cosas con Rusia, las relaciones sean siempre tan malas. En mi opinión, toda la tensión del entorno se solucionaría integrando a Rusia en la Unión Europea. El pueblo ruso estaría encantado y si no, que les pregunten a los estonios si viven o no viven bien fuera de la dictadura del proletariado. A Asia, le pueden dar la otra mano, “ménage a trois”.

Tallin
Torres Viru, Tallin (invierno). | José Luis Meneses

Lo más bonito de Tallin es la ciudad vieja, declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad hace poco más de veinte años. Desde entonces se ha cuidado cada detalle y prácticamente se ha convertido en una zona peatonal en la que los viandantes pasean por sus empedradas calles entre edificios singulares, disfrutando de colores, olores, sabores y de un ambiente que nos acerca a su larga historia y su rica cultura. La entrada que aparece en la fotografía es por la calle Viru. Las dos torres son una muestra de la muralla, de alrededor de dos kilómetros, que protegía la ciudad durante la Edad Media. Estas torres se han convertido en símbolo de la ciudad. Las dos fotografías, del mismo lugar, permiten hacerse una idea de cómo es Tallin en estaciones diferentes. Y uno se pregunta ¿cuándo ir a Tallin? Como decía mi padre, “cada cual se labra su propia ventura”. El que tenga dudas, que no descarte ninguna opción.

Casco antiguo
Calles del casco antiguo. | José Luis Meneses

Ya hemos pasado las bellas torres gemelas, las nuestras, no las de Nueva York, construidas en el siglo XIV y nos encontramos en la ciudad antigua. En verano, la hiedra llega casi a sus rojizos y cónicos tejados y, en invierno, su desnudez y la del entorno son casi un regreso al pasado. Y digo casi, porque en aquellos tiempos estaban unidas por una puerta por la que, como mucho, podían pasar carros y carretas. Todo lo que vamos a ver en la ciudad medieval se encuentra a los pies de una colina, Toompea, desde donde se tiene una vista panorámica. En ella se encuentran la Catedral Mayor, la Catedral Ortodoxa Alejandro Nevsky o el Parlamento de Estonia.

Ambientación mevieval
Ambientación medieval. | José Luis Meneses

La calle Viru está llena de comercios, restaurantes y de jóvenes animadores locales que te van a acompañar hasta la Plaza del Ayuntamiento. La ambientación medieval, sobre todo en verano, ameniza el recorrido, aunque, ya hemos comentado más de una vez que tiene sus ventajas y sus inconvenientes. También vas a encontrar esta ambientación en locales y restaurantes, entre ellos, el Olde Hansa se lleva la medalla de oro y también tu cartera. Hay artesanos en pequeños talleres, en las estrechas calles adyacentes, y están abiertos para que puedas ver como elaboran sus productos, ya sean de madera, de cerámica, de vidrio o tejiendo en sus telares. ¡Cómo me gustaría esta ambientación en mi pequeño pueblo de los Pirineos! Vamos, hasta yo colaboraría.

Plaza del Ayuntamiento
Plaza del Ayuntamiento. | José Luis Meneses

Para muchos, la joya de la corona es la Plaza del Ayuntamiento. Se encuentra en el centro histórico, su superficie es cuadrada y, palmo más palmo menos, diría que es inmensa. Las fachadas de los edificios que la rodean armonizan a la perfección y entre ellos destaca el de la sede del Ayuntamiento. Se construyó en el año 1400, es de estilo gótico y su torre, octogonal, casi alcanza las entrañas del cielo. Aunque no lo parezca, en todas las épocas del año late el corazón de Tallin: con su mercado navideño, de los más importantes del mundo; con el carnaval medieval, orientado a recordar las tradiciones y no a hacer el animal; con los conciertos, las terrazas… Y, por si uno se queda “pasmao”, con la farmacia más antigua de Europa, abierta en la actualidad y en la que se facilitaba, entre otras pócimas polvo de unicornio para levantar…, el ánimo.

Casco antiguo
Calles del casco antiguo. | José Luis Meneses

Con el ánimo levantado, continuamos el recorrido por la ciudad medieval que nos sorprende con cada paso que damos. En la calle Pikk, encontramos la ornamentada puerta de una de las casas más antiguas de la localidad, llamada también “Las Tres hermanas”; en otras, la Puerta Costera o la Torre Margarita la Gorda; el Pasaje de Katarina, siglo XIV, llamado así porque uno de sus muros formó parte de la Iglesia de Santa Catalina. En fin, unas calles medievales en las que se podría rodar una película de época sin ningún gasto adicional. Tanto en este pasaje como en las callejuelas que se encuentran a los pies de la muralla,  hay varios talleres de artesanos en los que se trabaja como lo hacían en aquellos tiempos. Sin darnos cuenta, llegamos a la Plaza de los Maestros, en la que uno puede echarse un descanso y tomarse un refresco o un chocolate calentito.

Murallas
Murallas. | José Luis Meneses

Reemprendemos la marcha y, chino chano, a las murallas llegamos. El chocolate, me refiero al tomado en la Plaza de los Maestros, no al hachís, nos pone en forma para recorrer los más de 2 km de murallas y ver las 35 torres que las unen y que se construyeron para vigilar y defender la ciudad. Todas se conservan en perfectas condiciones, gracias al Altísimo (ya veis cómo está quedando Gaza gracias al “bajísimo”). Su forma circular, su tejado cónico y su sencillez armonizan a la perfección, y podemos verlo recorriendo uno de los tramos abiertos, como el que va desde la Torre Nunna hasta la torre Sauna. Desde los miradores puede uno ver diferentes zonas de la ciudad, como el Jardín del Rey Danés y algunas estatuas de monjes encapuchados, colocados hace pocos años para completar ese ambiente medieval que se respira en toda la antigua ciudad.

Catedral Alexander Nevski
Catedral Alexander Nevski. | José Luis Meneses

En lo alto de la colina de Toompea se encuentra la llamativa Catedral Ortodoxa de Alexander Nevski, construida a finales de 1800, cuando Tallin y toda Estonia, Letonia y Lituania formaban parte de un Imperio Ruso que bañaba sus pies en las orillas del Mar Báltico. De esos tiempos solo queda del imperio una parte, Kaliningrado, al sur de Lituania y sin conexión directa con Rusia. Hubo un tiempo en el que se quiso destruir la catedral para olvidar toda huella rusa, una estupidez tan gorda y fascista como si se quisiera destruir la Mona Lisa, Gioconda, para olvidar a Leonardo da Vinci. Para seguir pidiendo perdón por los pecados cometidos por la humanidad y que se siguen cometiendo, pueden recorrerse otros lugares de culto como la Iglesia de San Olaf, la Catedral de Santa María, la del Espíritu Santo o la de San Nicolás. La torre de esta última se ve desde toda la ciudad y en la que hoy, además de rezar en algún rincón, podemos disfrutar viendo La Danza Macabra, una pintura de Bernt Notke del siglo XV y de la que se conservan 30 metros. Mensaje encriptado: «Nicolás, cuando vayas, no te la pierdas».

Restaurante Olde Hansa
Restaurante Olde Hansa. | José Luis Meneses

Vamos acabando, y, para ello, que mejor que un atracón final. Y uno, echándose la mano a la barbilla, se dice «Sí, pero ¿dónde?». Y digo yo, «pues…, en Olde Hansa», el restaurante medieval más famoso de la ciudad en el que, además de disfrutar con las recetas elaboradas hace centenares de años, estarás acompañado de trovadores en un entorno adecuadamente decorado para que te sientas algo parecido a como se sentían los tallineses en la Edad Media. Hasta los camareros ponen de su parte y el viaje al pasado está garantizado con unas cuantas copas de Vana Tallin, un licor que conforta y expande mente y cuerpo hacia los cuatro puntos cardinales. En cuanto a los precios, ya hice algún comentario anteriormente, pero, por qué preocuparse si la chicha es buena.

Plaza de la Libertad
Plaza de la Libertad. | José Luis Meneses

Ahora sí, acabo, agradeciendo de corazón el tiempo que los lectores emplean en llegar hasta el final de los artículos y lo hago con esta última foto de Tallin, la Plaza de la Libertad. En ella se encuentra la iglesia de San Juan y banderas de Estonia, que ondean con vientos de norte, vestidas con el azul del cielo, el negro de la tierra y el blanco de la paz y de la libertad. Gracias, lectores, para vosotros escribo porque no os limitáis a presionar con el dedo el emoticono que lo resume todo, sino que os sentáis, sin apresuramientos, a leer. Hoy en día, ni el Parlamento está por la labor de proteger esta actividad. Espero que las familias y los colegios azucen a los niños a leer, porque no hay cosa más progre en estos tiempos que decir: “yo leo”. ¡Vergüenza nos tendría que dar estar a la cola de estas artes en Europa!

Febrero de 2024, seguimos caminando.

Tallin, Estonia