El libro 'Los Medinaceli, nobleza y escándalos' con una biblioteca de fondo

Los Medinaceli, la dinastía nobiliaria española de más alcurnia

La Casa de Medinaceli acumula 42 títulos de nobleza y sus miembros son descendientes directos de los reyes de Castilla, lo que no ha evitado que su peripecia personal y familiar reciente esté teñida de claroscuros

Nadie mejor que una periodista como María Eugenia Yagüe para penetrar en la anfractuosidades de la familia nobiliaria más distinguida de España, la Casa de Medinaceli, cuyos miembros descienden directamente de los reyes de Castilla y han acumulado hasta 42 títulos de nobleza, superando incluso a la casa de Alba. Todo ello configura un entramado familiar complejo, lleno de luces y sombras, que la periodista explica pormenorizadamente en “Los Medinaceli. Nobleza y escándalos” (Esfera de los Libros), un libro a caballo entre la crónica social y el relato histórico.

Como no es cuestión de remontarse siglos atrás en el devenir de una familia que forma parte de la misma historia de España, Yagüe parte su relato de Luis Fernández de Córdoba y Salabert (1880-1956), decimoséptimo titular de esta merced otorgada por los Reyes Católicos en 1479. La cuestión estriba en que el citado duque, que fue el mayor terrateniente de España, casó en dos ocasiones. La periodista relata en primer lugar y para abrir boca sus segundas nupcias, que no carecieron de morbo porque se formalizaron con una cordobesa llamada Concha Rey que llegó al altar supuestamente viuda y con dos hijos naturales anteriores y a la que Yagüe califica de “individua de armas tomar y pésima reputación”. Añade que “gran parte de la aristocracia dio de lado, pero no así doña Carmen Polo de Franco, que se convirtió en una de sus grandes amigas y aliadas”. De dicho enlace nació una hija, la tercera de don Luis, Casilda -sobre cuyos orígenes hubo sin embargo rumores- que tuvo de pleitear con sus hermanos por la herencia del padre común y que a su vez casó dos veces, la segunda, con el conocido Antonio Guerrero Burgos a quien dio una descendiente llamada Casilda Gishla.

Pero la rama principal fue la primogénita, formada por las dos hijas habidas por el duque con su primera esposa Ana María Fernández de Henestrosa, hija de los duques de Camarasa: Victoria Eugenia, conocida como Mimí, y María Paz, que “fueron educadas para casarse con los hijos de Alfonso XIII”, cosa que no ocurrió. Ello sin embargo, Mimí fue, en opinión de Yagüe, “la aristócrata española más importante del siglo XX”, culta, elegante e ingeniosa, que casó con Rafael Medina y “consiguió disfrutar de una vida afectiva propia con la discreción habitual de una gran señora” (se le atribuyó un flirteo con cierto innominado capitán general) Promovió la celebración de grandes fiestas en la Casa de Pilatos de Sevilla, que alquiló para diversas producciones cinematográficas y tuvo amistad con numerosos personajes famosos de Garce Kelly y Jackie Kennedy -que cuando coincidieron en su casa no se cruzaron palabra- a Tom Cruise, Alec Guinness o Jane Fonda y alcanzó los 96 años, un longevidad que le permitió sobrevivir a tres de sus cuatro hijos.

De todo ellos sus preferencias se decantaron por el último, Ignacio, conocido como Bebé, hecho que suscitó numerosos recelos y a la postre discusiones y pleitos con sus hermanos, tanto por la distribución de la herencia familiar, como de los títulos nobiliarios, pero lo cierto es que el principal de todos ellos, el ducado de Medinaceli, fue a parar sin discusión a Ana, la primogénita, aplicación estricta de la nueva ley de igualdad entre géneros aprobada hace algunos años en España.

Yagüe dedica cumplida referencia a otro hijo de Mimí, Rafael, que “se vio envuelto en su madurez en una serie de escándalos… (y con el que) la prensa y la opinión pública se ensañaron injustificadamente con su vertiginosa caída en desgracia”. Condenado a 9 años de cárcel, la periodista, que le visitó en prisión, trata de justificar su conducta como consecuencia de una existencia personal llena de desamores, el primero el de su propia madre y luego el de su mujer, la famosa Naty Abascal, capaz de coquetear con el presidente del Madrid, Ramón Mendoza en un crucero al que asistía su propio marido. De los dos descendientes que tuvieron Rafael fue “el hijo guapo de Naty Abascal” y Luis “el soltero de oro” que se ha visto sin embargo implicado en una presunta estafa a causa de la venta de mascarillas del COVID para el Ayuntamiento de Madrid, lo que le llevó, como a su padre, ante el juez.

Los Medinaceli son, a la vista de todo cuanto explica Yagüe, una familia sobrada de blasones pero que, junto a sus glorias, ha padecido no escasos infortunios.