Un hombre con cabello largo y oscuro, vestido con una camisa blanca con un adorno de volantes en el pecho, lleva un pendiente grande y dorado en la oreja izquierda. Está mirando sus manos con una expresión pensativa. El fondo es blanco.

Moreno Bernardi dirige “Paradise” de Kae Tempest en el teatro Akadèmia

Un drama escénico en torno la figura de Filoctetes con ilustraciones musicales y una compleja e impecable interpretación

Kae (Kate) Tempest es un creador británico ciertamente polifacético puesto que se inició como rapero y compositor, aunque luego devino novelista y autor teatral, se define no binario y, en estos tiempos de descreimiento, también creyente, si bien, pese a su ascendencia materna judía, no adscrito formalmente a una confesión concreta. Bastará con añadir que se le considera una de las figuras más brillantes del panorama cultural británico de nuestro tiempo del que ya se han publicado en España cinco de sus obras: “Mantente firme”, “Cuando la vida te da un martillo”, “Conexión”, “Que se coman el caos” y “A veces”.

Sirva este proemio para situar al lector en el estreno en el teatro Akadèmia de Barcelona de su tragedia ”Paradise” que ha montado Moreno Bernardi sobre traducción de Sadurní Vergés -no del texto en su totalidad, hay numerosos fragmentos recitados en inglés- y con música interpretada al violín por David Flores, pero no del Tempest compositor sino del director de este montaje.

Dice Moreno Bernadi: “Veo a Filoctetes como la persona imprescindible que, a pesar de estar en la soledad más absoluta contra su voluntad, debe pasar por el dolor físico y el moral, por el dolor psíquico terrible de verse abandonado por sus mejores aliados y quedarse desahuciado para siempre, abandonado a su suerte y con el dolor irrevocable al sentirse traicionado. Con “Paradise” desarrollo una reflexión sobre la lealtad de los valores personales y el éxito, y explorando los límites extremos de la condición humana: la cueva de Lemnos y el símbolo del siniestro, la honestidad y la autonomía humana, la nobleza, el arrepentimiento o la fractura interna de la virtud, el engaño”

La versatilidad del espacio escénico del teatro de la calle Buenos Aires permite, dentro de su parvedad, poner en juego la imaginación y de este modo se ha creado una ambientación escenográfica de autoría desconocida (en la ficha artística aparecen los responsables de vestuario y hasta de joyas, pero no de la escenografía) a base de piedras y ramas de árbol que se desplazan continuamente de lugar. Todo ello para ejecutar un texto complejo, laberíntico, repleto de claves significantes, que tiene como eje dramático la peripecia de Filoctetes, el soldado griego que poseía un arco y flecha invencibles y cuya intervención decidió el final venturoso de la guerra de Troya pero que en esta versión vemos personificado en Roger Sahuquillo solo y abandonado, en un diálogo tenso y pletórico de dramatismo con Albert Montané. Y aunque corresponde a ambos un indiscutible protagonismo, “Paradise” se materializa con una concepción coral en la que intervienen, además del citado Flores con su violín -que ejecuta a veces tumbado sobre el suelo-, otros seis intérpretes (Zúbel Arana, Maria Estela, Núria Dalmau, Uri Guillem, Sara Palomo y Aina Serena) que se desplazan incansablemente por el espacio escénico, dicen, comentan, subrayan o cantan, muchas veces sobreponiendo unas voces sobre las otras en forma de intencionado pero confuso guirigay. 

“Paradise” es un espectáculo de algo más de dos horas de duración con una gran belleza formal y un movimiento de escena milimétrico e irreprochable, en cuya brillantez adquiere singular relieve el papel de una complejísima iluminación que ha estado a cargo de Lluis Serra.