El teatro español en general y el catalán en particular han dado una nómica de excelentes actrices cuya enumeración sería muy larga, aunque bastará acaso recordar algunos nombres tan eximios como los de Margarita Xirgu o Nuria Espert. Pero paralelamente no ha sido tan generoso en la presencia femenina en otra función así mismo esencial en el arte dramático, cual es la dirección. Hay, ciertamente, mujeres directoras, pero en proporción muy inferior a la de hombres en análoga función. No es pues de extrañar que resulte digno de resaltar el ciclo que se ha programado desde este mes y hasta el verano en La Villarroel de Barcelona y que estará a cargo de tres directoras.
La primera de ellas será Eu Manzanares, autora y responsable de la dramaturgia de “Dopaland”, un interesante monólogo sobre la precariedad de ciertos empleos que pone además de relieve el contraste entre la apariencia lúdica que tienen determinadas actividades y la servidumbre laboral que comportan al servicio del consumismo. Estará en la citada sala hasta el 7 de abril.
Le seguirá Àgata Casanovas, quien dirigirá el docudrama de Gerard Guix “Dirrrty boys”, en el que se trae a colación la situación en la que dos adultos cargan sobre su conciencia el crimen cometido cuando no eran más que preadolescentes con un niño. Una historia real que conmovió en su momento por su crudeza y que se replantea desde el punto de vista de las consecuencias que aquel acto criminal ha producido a la larga sobre la vida de sus autores. Se presentará del 27 de abril al 26 de mayo.
Culminará el ciclo Emma Arqulliué, que en esta caso dirigirá al alimón con Pablo Macho Otero, autor e intérprete único de “A fuego”. Es un monólogo en verso sobre la leyenda de Heróstrato, pastor griego que incendió el templo de Artemisa en Halicarnaso, una de siete maravillas del mundo antiguo, como forma de pasar a la inmortalidad. Ocupará la cartelera del 10 de junio al 7 de julio.
Con este ciclo y tal como resaltó Tania Brenlle, directora de La Villarroel, no solo se trata de dar protagonismo a la dirección escénica femenina, sino también de recuperar montajes que fueron estrenados en diversos teatros de proximidad -Fénix, La Gleva, la propia Villarroel, etc-, sino además de ofrecer la posibilidad de crear sinergias en el aprovechamiento de los espacios escénicos conquistando un horario diferente: las matinales de los fines de semana. Y en fin, “last but not les”, de ensanchar la audiencia teatral con la fidelización de un nuevo público.