Un detalle de la portada del libro

La vida de la clase media china en 1982, en la novela ''El banquete de bodas''

La liturgia matrimonial de una familia en el Pekín de 1982 da pie a Liu Xinwu a describir tanto el desarrollo ceremonial del matrimonio como la vida en un “siheyuan” o tradicional vivienda colectiva de clase media con sus variopintos y curiosos residentes

Liu Xinwu es un famoso escritor chino con una importante obra literaria en su haber que ha merecido varios galardones. Uno de ellos fue para “El banquete de bodas” (Cántico), novela coral en la que el autor describe las formas de vida de la clase media pequinesa en torno al año 1982. Es decir, cuando, superada la traumática y devastadora experiencia de la revolución cultural y muerto Mao Tse Tung, el Imperio del Medio se abría a nuevas formas de vida que ha compatibilizado una dictadura de partido único comunista con un sistema económico crecientemente capitalista.

En realidad, de trata de una novela poliédrica en la que el autor, en torno a un eje narrativo principal, que es el relato de los asendereados pormenores que reviste la celebración de los esponsales de los jóvenes Xue Xihue y Pan Xiuxa, teje un amplio abanico de historias particulares sobre diferentes personajes que o bien asisten a la boda, la contemplan desde su relación de amistad o vecindad o se entrometen en ella sin haber sido invitados. Todo ello se desarrolla además en un espacio muy concreto situado al norte de Pekín, cabe las torres de la Campana y el Tambor: un “siheyuan”, término que significa “patio unificado de cuatro lados y de hecho consta de cuatro hileras de casas, dispuestas en un cuadrado con un espacio en medio… estos cuadrados están llenos de variaciones y sus estrictas proporciones contienen multitudes incalculables… la entrada principal nunca estará en el centro de uno de los lados, sino en la esquina sueste o noroeste y está elevada de modo que hay entre tres y cinco escalones de piedra que conducen a ella desde la calle… generalmente eran el hogar de la clase media : personal de palacio, comerciantes, burgueses, campesinos que se habían hecho ricos  y aristócratas que habían sufrido reveses”. En definitiva, una colectividad que compartía no solo espacios en común, sino incluso servicios, como los sanitarios o el suministro de agua.

La trama argumental permite explicar cómo se celebraban las bodas en torno al citado año (con una referencia tiempos anteriores o a la época de la revolución cultural). “Las bodas suelen seguir estos pasos: primero, el coche nupcial llega a casa del novio entre fuegos artificiales y confeti con decoraciones rojas de doble felicidad en la puerta; segundo, se celebra la ceremonia nupcial en casa del hombre. Todos los amigos y familiares de la recepción son del lado del novio y los más importantes se quedan a comer, si la mujer vive lejos solo se quedan las personas que la van a entregar (normalmente sus tías o cuñadas), sus padres y otros amigos y parientes no suelen estar presentes; en tercer lugar, ese mismo día o al día siguiente, el novio acompaña a la novia de vuelta a casa, normalmente en bicicleta o autobús. Ahora toca a la familia de la novia organizar una recepción para amigos y parientes, los más importantes se quedan a cenar. En cuatro lugar, aproximadamente una semana después, los novios y sus familiares directos s reúnen para otra comida, normalmente en casa del novio, aunque a veces la familia de la novia es la anfitriona. Y ese es el gran final de toda boda”. Como puede comprobarse, un ceremonial bastante complejo que exige gastos importantes capaces de endeudar a las familias -las comidas pueden tener hasta una veintena larga de platos y como mínimo tres tipos de bebidas- y todo ello para alcanzar las “cuatro fortunas”: el amor entre marido y mujer, el amor entre generaciones, el amor entre amigos y vecinos y ”la esperanza de que nuestra patria alcance las cuatro modernizaciones”.

Este relato se incardina en el marco de la China contemporánea por lo que son constantes las referencias al asendereado y aún reciente pasado vivido por este país a lo largo el siglo XX: el ocaso de la dinastía manchú con el último emperador Puyi, la república, la “época de los bandidos”, la invasión japonesa, la llamada “liberación” -es decir, el triunfo comunista-, las desastrosas experiencias del nuevo régimen -la peor de todas, la insensata  “revolución cultural” con diez años perdidos, “un espacio en blanco” dominado por el caos- y en fin, la última época en la que el comunismo político ha conseguido compatibilizar su supervivencia con la emergencia de un sistema descaradamente capitalista.

Y, en fin, todo esto lo adereza el autor con una miríada de historias personales: la central, la de la propia familia de los novios, con la singular tía Xu, la organizadora del casorio, y el tío Xue, antiguo lama secularizado, como también la del cocinero Lu Xichun, el inteligente joven Xun Lei, la enredona vecina Zhan Liying, los emprededores Xinger y Zoer, la cantante Zhizhu, el maleducado Luo Baosang, el tímido funcionario Pang Quibin, el editor de poesía Han Yintan, el abuelo Hu y la anciana Hai con su nieto el jardinero Xipoin, que llegó a conocer a la nefasta madame Jiang Quing, la última mujer de Mao, y en fin un largo etcétera. No faltan numerosas alusiones a usos y costumbres locales: el ambiente callejero de los barrios populares, los “escalones inferiores” en la estructura social pequinesa, la institución de los “mendigos profesionales”, el mal funcionamiento de la vida comercial o la influencia que adquiere en la vida personal la condición de miembros del Partido Comunista; amén de numerosas alusiones a las tradiciones gastronómicas, incluidas el perro estofado y el sumo de lentejas.