La novena sinfonía de Ludwig van Beethoven ha cumplido 200 años. Una obra única y hegemónica, que ha marcado el devenir de la música y que sigue teniendo influencia y recorrido a día de hoy. Su estreno fue el 7 de mayo de 1824. Encargada por la Sociedad Filarmónica de Londres en 1817 y desarrollada por Beethoven entre 1822 y 1824, se convirtió en un símbolo de la libertad y la hermandad entre culturas.
A pesar de ser sordo, Beethoven dirigió la orquesta en el Theater am Kärntnertor de Viena, con Michael Umlauf como co-director. Este estreno representó la primera ocasión en la que un músico consagrado incorporaba partes vocales en una composición del estilo, elevando aún más su importancia en el mundo musical.
La Novena Sinfonía es la culminación de una serie de ocho sinfonías previas del compositor, y su estreno tuvo una peculiaridad notable: Beethoven, debido a su sordera, dirigió la orquesta moviendo enérgicamente los brazos y el cuerpo, mientras Umlauf se encargaba de la dirección musical precisa. Aunque su papel fue más simbólico que técnico, el gesto de Beethoven en ese momento histórico resonó profundamente en la audiencia y en la posteridad.
El público presente en el estreno quedó impresionado por la interpretación y la grandeza de la obra. La contralto Caroline Unger tuvo que tocar el brazo de Beethoven para que se percatara de los aplausos finales, lo que generó un momento memorable cuando el compositor se giró para saludar a la audiencia, quien agitaba pañuelos y sombreros en señal de admiración y entusiasmo.
La Novena Sinfonía de Beethoven trascendió su estreno y se convirtió en un ícono musical reconocido mundialmente. En 2002, la UNESCO la declaró Patrimonio de la Humanidad, resaltando su importancia como una obra que simboliza la unión y la expresión artística que trasciende barreras culturales y temporales. Su legado perdura como una afirmación de la libertad y la fraternidad en el arte musical, inspirando generaciones y siendo un referente indiscutible en el repertorio clásico de la música occidental.