El violín de Ingres

Ingres o cantar con el lápiz

La razón principal de estudiar a los antiguos y a los clásicos es aprender a ver, de modo que prescindir de ellos es una inconsciencia o bien el producto de la pereza

Se ha cumplido un siglo de la célebre fotografía en blanco y negro El violín de Ingres. Su autor, Man Ray (alias de Emmanuel Radnitzky), se inspiró en el cuadro La bañista de Valpinçon, del pintor Jean-Auguste-Dominique Ingres (1780-1867); quien a la postre fue un artista entusiasta del dibujo y, desde niño, un diestro violinista.

Se conservan diez cuadernos forrados de cartón verde, los Cahiers, donde Ingres tomó notas para su uso personal y no destinadas a convertirse en un libro. Un libro sobre Ingres, publicado en 1870 por el crítico Henri Delaborde, resultó decisivo para difundir su voz y aproximarnos a su figura. La editorial Elba acaba de presentar un librito con reflexiones hechas por Ingres: Escritos sobre el arte. Para cualquier lector de visión amplia, puede resultar provechoso. Extraigamos y comentemos algunas de esas observaciones.

Quien pedía pintar intensamente, con contraste y decisión, proponía dibujar con los ojos cuando no se puede dibujar con el lápiz, y aseveraba que la figura a representar hay que tenerla en los ojos y la mente. La habilidad de la mano, decía, se adquiere por la experiencia; sin embargo, la rectitud del sentimiento y la inteligencia pueden mostrarse desde el principio. Avisaba del perjuicio de un exceso de ciencia para obtener la expresión característica. No obstante, hay que esmerarse sabiendo que las obras de arte no están hechas para deslumbrar, sino para que nos entren por los poros.

Para Ingres convertirse en músico ayuda en la tarea de ser pintor. “Hay que llegar a cantar con el lápiz o el pincel con igual entonación que con la voz”, afirmó categóricamente. Ya octogenario, glosó la felicidad de llevar una vida solitaria y estudiosa, con libros y pinceles, y con buena música clásica.

La razón principal de estudiar a los antiguos y a los clásicos es aprender a ver, de modo que prescindir de ellos es una inconsciencia o bien el producto de la pereza. Enviaba a sus alumnos al Louvre para que sorbieran el jugo de la planta y vivieran de ellos, de sus visiones. Siempre enfrentados con valentía ante el camino del bien y de lo bello, en la idea de que algo es bello cuando es verdadero.

Y en esa misión hay que ocuparse únicamente de la propia labor y en hacerla lo mejor posible, trabajar básicamente para tener buena conciencia y agradar a una poca gente, pues, a fin de cuentas: “el arte no es sólo una profesión, es también un apostolado”.

Entendía Ingres que resultaba ofensivo el elogio tibio de una cosa bella. La desgracia de los grandes artistas, señalaba, es no verse suficientemente comprendidos. Claro que siempre hay que contar con ello. Se hacía eco de la opinión de un teórico del arte que él compartía. En el siglo XVII, André Félibien subrayaba como innata la mala costumbre de los franceses de no apreciar lo bastante a sus hombres de valía y estimar en demasía a los que provienen de los países extranjeros. Se trata de algo que parece, más bien, retratar un tic español.

En cambio, Ingres ensalzaba el valor de la lengua francesa porque, según los eruditos, era la que más se acercaba a la griega (“la lengua más perfecta que hayan hablado los hombres”). Y, por ende, veía el francés como el idioma moderno más bello.

¿Era chovinista Ingres? El artista nació el mismo año que el soldado imaginario Nicolas Chauvin, quien ridículamente creía que su provincia era el Universo y su aldea una galaxia, para decirlo en forma orteguiana; falto de toda modestia y mesura, exhibía un entusiasmo colectivo exagerado y ridículo. Ahora bien, sin rechazar pertenecer a su país, Ingres distinguía entre franceses y franceses: “soy muy galo, pero no de los que saquearon Roma y quisieron incendiar Delfos”. Y proseguía: “todavía hay gente así entre nosotros (…) en su pequeño orgullo y el desorden de sus mezquinas ideas, estos pequeños galos de hoy vuelven sus esfuerzos contra su propio país trabajando para desposeerlo del verdadero arte”.