Pizarra con una vulva dibujada

Tapar agujeros

Hará un par de cursos monté en cólera cuando entré en una aula y vi dibujado un falo en toda una pared

Dice el Diccionario Normativo Valenciano que un agujero es una apertura que atraviesa un cuerpo o que se adentra. El contrario podría ser un falo, al cual define como el símbolo del órgano masculino de la generación y como el miembro viril. El agujero también tiene otro significado, coloquialmente es una deuda.

Dicho esto, hará un par de cursos monté en cólera cuando entré en una aula y vi dibujado un falo en toda una pared. Nadie había protestado, nadie había dicho nada, a nadie le había molestado o había pensado que ese dibujo no tenía por qué decorar una clase de un instituto de Educación Secundaria. Es cierto que hay muchos dibujos del género por todo el centro y me atrevería a decir que por muchas paredes de Alzira también, pero si las aulas de hoy son aulas sin el cuadro del rey, banderas ni crucifijos… creo que tampoco tiene cabida un símbolo de la falocracia. Y por eso pintamos de nuevo esa pared aunque nadie lo había pedido.

Restablecido el orden en el aula, decidí hacer una prueba, que pasaría si en cuenta de un falo aquello que reinara en esa misma pared fuera una vulva? Sí, un higo, un coño, un agujero… La reacción no tardó al llegar, ahora sí había protestas, tanto al alumnado como algunos profesores los molestaba aquel “desconocido” símbolo de la feminidad que por los ovarios de muchas profesoras continúa dibujado hoy al aula de inglés 5. Pero no sé si en otros temas las profesoras tenemos tantos ovarios. Pocos días llevo de directora en funciones de un centro que en sus casi 75 años tan solo ha tenido una vez una mujer como máxima autoridad —Amparo Soler Cataluña—, pero ya he podido darme cuenta que hay profesores y profesoras que han tenido palabras para mí que nunca las habría recibido un director, ni mi director. Imagino que tampoco habrá sido fácil el camino de mis colegas directoras de los otros institutos de ESO y Bachillerato de Alzira (València), la IES Josep María Parra, Àngela Masiá Sancho, y del IES Arrayán, Lorena Bisbal Ferrer. Hasta ahora tan solo una directora había tenido el Parra en sus 55 años, Mariles Ferrer Fontana, y estuvo solo dos años al cargo. Totalmente diferente es el caso del Arrayán, que en sus 15 años de vida ya cuenta con más directoras que directores. Será porque es lo más nuevo? Porque su claustro es más joven? Porque en sus paredes todavía no reina la falocràcia? No lo sé, pero el que sí puedo afirmar es que Alzira, en general, y la educación, en particular, tienen un agujero y muchos falos a borrar.