Mapa de Palestina

Recomponer la perspectiva de la izquierda

Biden parece haberse resignado a esa incursión… a cambio de una respuesta moderada de Israel al ataque aéreo de Irán

La opinión pública internacional – que sigue, horrorizada, los acontecimientos en Gaza – contiene hoy su aliento ante la inminencia de lo que podría ser el episodio más sangriento, si cabe, de esta tragedia.

El gobierno de Netanyahu se muestra decidido a lanzar una ofensiva sobre Rafah, en el sur de la Franja, donde se amontonan, sin escapatoria y en medio de tremendas privaciones, cientos de miles de refugiados palestinos. Siniestro toma y daca de la geopolítica: Biden parece haberse resignado a esa incursión… a cambio de una respuesta moderada de Israel al ataque aéreo de Irán.

El aplazamiento – ¿por cuánto tiempo? – de una escalada militar regional en un platillo de la balanza. En el otro, un número impredecible de nuevas víctimas civiles palestinas.

Cierto, en medio del estrépito de la guerra, resuenan voces que invocan el derecho internacional, que reclaman un alto el fuego inmediato, la liberación de los rehenes retenidos por Hamás… Y que urgen a emprender negociaciones encaminadas a buscar una salida política al conflicto Israel-Palestina. 

José Manuel Albares, ministro español de exteriores, defendió hace unos días ante Naciones Unidas la necesidad de un amplio compromiso para avanzar en ese sentido y llamó a reconocer sin tardanza al Estado palestino. 

“No habrá seguridad para Israel, repitió, si no hay esperanza para Palestina”. Pero la sociedad israelí, conmocionada por la advertencia de un peligro existencial que supuso el 7-O, no adherirá a esa perspectiva – que conllevaría arrinconar a las fuerzas extremistas que hoy gobiernan Israel y cuestionar la ocupación de los territorios palestinos – si la perspectiva que se perfila no integra claramente la salvaguarda y el reconocimiento del Estado hebreo.

La socióloga franco-israelí Eva Illouz y el profesor de historia judía de Harvard, Derek Penslar, así lo ponen de relieve en la conversación que reproducimos a continuación, recogida por Marc-Olivier Behrer en las páginas de “Le Monde” (20/04/2024).

Pero estos académicos subrayan al mismo tiempo una cuestión fundamental, que afecta de lleno a la izquierda en los países occidentales. Si, bajo el impacto de las imágenes que retratan el martirio de Gaza, grandes manifestaciones de solidaridad han recorrido nuestras ciudades, la izquierda en su sentido más amplio se muestra profundamente dividida.

Las ambigüedades de los movimientos más radicales – ambigüedades acerca del derecho a la existencia de Israel – no pueden ser asumidas por la socialdemocracia; es decir, por esa parte decisiva de la izquierda que gobierna, que puede pesar efectivamente en la línea de actuación de la Unión Europea, incidir sobre su política exterior y sus relaciones comerciales. No es un dato menor.

Una posición nítida de la izquierda europea y americana en favor de la opción de los dos Estados tendría sin duda repercusión en la sociedad israelí, cuyas corrientes progresistas tienen las mayores dificultades para recuperarse de un largo bache en la medida que esa sociedad percibe que la empatía hacia la causa palestina tiene muchas veces como subtexto “los judíos al mar”.

No deberíamos subestimar el antisemitismo latente en nuestras viejas naciones postindustriales, ni su capacidad para permear el pensamiento de la izquierda. Incluso bajo la capa de un discurso de rechazo al proyecto sionista o de una crítica radical del colonialismo.

Illouz y Penslar nos brindan unas matizadas reflexiones al respecto. Merecen ser tomadas muy en cuenta. La izquierda, nos dicen, ya no sabe describir lo que está ocurriendo realmente en el Próximo Oriente.

Los criterios de clase y el análisis crítico de los acontecimientos han sido en gran medida reemplazados por admoniciones morales y alternativas de suma cero. Es urgente recomponer una perspectiva que apueste por la convivencia entre dos pueblos que la historia ha hecho acreedores del derecho a construir sus propios Estados y a gozar de seguridad.