Un detalle de la portada del libro

''Historia de la revista'': el teatro musical más popular de España

Juan José Montijano es el mayor especialista en el teatro musical más popular de España desde mediados del siglo XIX pero que ha sido tradicional e injustamente menospreciado por los expertos como un género inferior

La revista ha sido durante un largo siglo y medio un género teatral típicamente español que ha bebido de numerosas influencias foráneas, pero que ha sido ninguneado y menospreciado por los expertos porque lo han considerado populachero e ínfimo. Cabría añadir que cuando el nuestro era un país carpetovetónico dominado por una moralina casposa, la revista constituyó así mismo la vía natural para el lucimiento de los atractivos femeninos, ocultos en la calle y a veces hasta en la casa, por culpa de normas rigurosas ¡Aquellas vedettes de piernas inacabables, busto prominente, ojos agarenos, bemba carmesí y voz sensual que nos hicieron soñar paraísos inalcanzables! ¡Esas inolvidables ”chicas alegres que trajo Coslada para quitarnos el mal humor”! Lo confieso sin ambages, ni circunloquios: del mismo modo que me inicié en la lectura con los denostados tebeos, los primeros espectáculos teatrales que disfruté fueron revistas. Creo que mi bautismo de fuego se produjo en el teatro Apolo de Barcelona con una revista encabezada por Gracia Imperio -trágicamente desaparecida años después- a la que acompañaban dos “feos” incombustibles: Luis Cuenca y Pedro Peña.

Pues bien, el investigador granadino Juan José Montijano, que con seguridad ha pateado teatros no solo en el patio de butacas, sino por camerinos, candilejas y forillos, ha conseguido reunir, además de una experiencia adquirida por ciencia propia, una copiosa documentación con cuyos mimbres elaboró una tesis doctoral de 1.500 páginas cuya esencia principal ha publicado con el título de Historia de la revista (Almuzara).

Montijano explica el nacimiento de este espectáculo, fenómeno que se produjo en las postrimerías del reinado de Isabel II con aleluyas vivientes, bufos y cuadros alusivos a hechos de actualidad que eran tratados satíricamente y con música (tal cual ocurrió en uno de sus títulos más emblemáticos: “La Gran Vía”) Luego, en el primer tercio del siglo XX, el nuevo género convivió y se mestizó con el género ínfimo y el teatro por horas y adquirió la picaresca que habría de caracterizarle a partir de ese momento merced a la utilización de la sicalipsis e incluso de la grosería (tal cual ocurrió en Las corsarias que, sin embargo, incluyó el pasodoble de la banderita que ha hecho historia) Por aquel entonces llegó de la otra orilla del Atlántico Celia Gámez, que se erigiría en emperatriz de la revista hasta su ancianidad y descolló tanto durante la república, cuando salía más ligera de ropa, como en la posguerra y el franquismo, etapa en la que, sorteando la censura del nuevo régimen, apostó por las revistas de gran espectáculo aptas para que los caballeros pudieran acudir al teatro acompañados de su señora. Los nuevos ritmos de los años sesenta, la internacionalización de los gustos y, sobre todo, el elefantiásico incremento de los costos de producción y la aplicación de una legislación laboral más estricta, fueron reduciendo su protagonismo y cuando se produjo la transición y llegó el destape ¡quién lo iba a decir! la revista recibió la puñalada de muerte, no sin una larga agonía en la que influyeron los espectáculos televisivos.

Montijano lo estudia con todo lujo de detalles, aportando datos sobre títulos y autores -libretistas y músicos- e incluso reseñando argumentos, aspecto éste a nuestro modesto juicio innecesario. Los libretos de las revistas no pasaron, por lo general, de la condición de sainetes de parva calidad literario, lo que no se puede decirse de las letras de las canciones y menos aún de las músicas, puesto que las hubo que brillaron a gran altura, algunas tan excelsas que han pasado a la posteridad. Por todo ello cabe calificar a la Historia de la revista como una obra rigurosa, de amena lectura y, desde luego, de consulta imprescindible.